Rodrigo

Rodrigo

Corría el año 1469 de nuestro señor, continuaban los enfrentamientos por preservar unos y por reconquistar otros el último reducto musulmán que quedaba en la península. Hacía un año que habían subido al trono nuestros “amados” Reyes Católicos haciendo que España fuera más grande y sin que lo supieran harían que lo fuera aún más, pero eso ocurriría algunos años después…

Apesar del reinado “benevolente” de nuestros reyes, la familia Bermejo había recibido un regalo con el nacimiento de su hijo Juan, que a diferencia de muchos niños de la época, tenía un buen hogar en el que nunca faltaría un chusco de pan o una sopa y algo de carne para comer; porque, nuestro héroe Juan, había nacido en la casa de un hidalgo musulmán convertido al cristianismo, como mandaban lasnormas de la época, que se dedicaba al comercio de alfarería y el negocio no le iba nada mal.

En su Sevilla natal, Juan creció rápido y se hizo fuerte merced a que desde muy pequeño tuvo que ayudar a su padre en el negocio familiar, aunque no dejaba de ser un niño y en cuanto tenía un rato se iba río arriba a un bosque cercano con el deseo de encontrar a un gnomo o a un hada y armado consu espada de madera por si se encontraba con un dragón o con una bruja malvada que se lo quisiera comer. Lo único que, con suerte, casi siempre encontraba era algún animalillo del bosque que le entretenía hasta que llegaba la hora de regresar a casa.

Pocos años después, la extrema “benevolencia” de nuestras majestades creó la Santa Inquisición e hizo que, debido a su pasado musulmán y paraevitar problemas, la familia se cambiara a vivir a una granja de las afueras, renunciando así a muchos lujos que tenían en la ciudad. Juan no entendía por qué su madre entregó llorando su casa a unos señores vestidos de negro si ahora podrían estar más cerca del bosque.

Hubo un tiempo en que las cosas no iban tan bien como antaño porque para librarse, de momento, de la persecución habíanjurado fidelidad a Dios y a la Iglesia y como muestra de esa fidelidad habían donado su casa a los monjes; y con los ahorros había comprado aquella granja abandonada e intentarían empezar de cero.

Para Juan los arreglos de la granja eran como un juego en el que participaban todos los de la casa y seguía sin entender por qué su madre, Sereni, lloraba muchas noches con lo divertido que eratodo esto; pronto su padre, Vicente, se dio cuenta de lo bien que se le daban los trabajos con la madera, bueno ya lo dice el refrán: En casa del “alfarero”… Así en poco tiempo y con la ayuda, no siempre voluntariosa de su padre, fabricó un pequeño embarcadero y un “galeón”, como decía Juan, aunque en realidad eran cuatro tablas con ruedas y una cuerda para que así pudiera seguir yendo ríoarriba a la búsqueda de personajes de fábula y adentrándose cada vez más en su bosque encantado gracias a que ahora vivían a las puertas de él.

Todos los días, a excepción de los domingos, en los que tenían que ir a la iglesia para evitar cualquier contratiempo con nuestros amigos de la Inquisición; Juan cogía su galeón con ruedas y seguía subiendo río arriba para disfrutar de sus fantásticasaventuras con los gnomos, hadas y dragones imaginarios del bosque con los que se pasaba las tardes muertas hasta que decidía que ya era hora de regresar a casa, entonces se lanzaba río abajo con su galeón y vivía las más apasionantes aventuras capturando a los piratas que atemorizaban a las gentes de las aldeas cercanas, hasta que llegaba por fin a su casa para ayudar a su madre a hacer la cena,cosa que no le parecía muy bien a su padre, pero que a Juan le encantaba porque así veía sonreír a su madre que poco a poco iba recuperando la alegría que la caracterizaba.

Pasaron los días, los meses y algún que otro año pero Juan seguía disfrutando de su galeón que, con el paso del tiempo y tanto trajín, se había deteriorado y que más de una vez casi le hace naufragar, por lo que tuvo...