Rylan

Capítulo 1
Convertido en un hombre

Eran las 4 de la madrugada, en la habitación donde estábamos solo se escuchaba el sonido del fuego crepitante en la chimenea. La luz se reflejaba sobre tres camas hechas de paja, puestas en el salón debido a la falta de habitaciones propias, sobre una mesa negra de escasa altitud, y sobre unas cuantas sillas medio rotas y no demasiado cómodas que se situabanpor la sala.
Mi madre y yo nos mirábamos, esperando el tan temido momento del día que estaba por llegar. Entonces sonó la puerta y mi madre, clavándome esos ojos verdosos y acuosos, con un susurro tembloroso e inseguro me preguntó:
¿Abro, o dejo que se marche?
Madre, sabes que volverá y será peor –dije sabiendo que no sería capaz de dejar que se fuera.
Está bien… pero quédate debajo de la mesa porsi acaso.
Así hice, y me situé entre las cuatro patas, que no medían más de 4 palmos, carcomidas por la suciedad y las termitas. Bajo el tablero de la mesa pude ver una araña de un tamaño considerable que yacía sobre su telaraña a la espera de algún insecto. A través de una pequeña rotura en la cortina amarillenta que tapaba una ventana, vi al hombre que había detrás de la puerta, completamenteuniformado, con una barba desaliñada y con aspecto de no haber perdido en su vida una pelea de bar.
Mi madre me lanzó una mirada, comprobando que estuviera seguro, antes de empezar a girar lentamente el pomo de la puerta. Cuando esta estuvo abierta, el hombre comenzó a preguntar en un tono de voz quizá demasiado elevado para las horas que eran:
Ve soltando las monedas antes de ponerme excusas otendré que recurrir a la fuerza, y no quieres que recurra a la fuerza, ¿No?- dijo el hombre con un tono sarcástico.
Aquel hombre era el recaudador de impuestos del rey que venía todos los fines de mes a pedir una exorbitante cantidad de dinero que apenas podíamos entregar, puesto que mi padre había fallecido hacía más de 3 años y con el sueldo escasamente remunerado que me daban por trabajar en elcampo no nos daba casi ni para comer. Este mes había sido uno de los peores, debido al mal tiempo que se estaba dando en la comarca, repleto de tormentas, lluvias, nieve e incluso por un huracán que casi destruye por completo la mitad del trigo, por lo que el dinero que había entrado en casa era tan poco que no podíamos pagar al recaudador.
Mi madre, asustada y mirando hacia el suelo respondió alhombre barbudo:
Corlian, ya sabes que este mes la cosecha ha sido muy mala…
¿Tengo que sacar las varas? – dijo interrumpiendo la frágil voz de la pobre anciana- Nos han traído un cargamento hechas de madera de abedul que dicen por ahí que son tan duras que hasta parten piedras
Por favor… aunque me mates a base de golpes no conseguirás dinero alguno… en esta humilde casa solo queda la poca comidaque tenemos almacenada, y unos pocos muebles de madera casi destruidos por la suciedad…
El hombre la miraba con unos ojos llenos de rencor, llenos de ira y se le notaba deseoso de soltarla donde pudiera. Puso una mano en el hombro de mi madre, aparentemente de una forma amistosa, y comenzó a hablar:
Verás… Marian, no es nada personal… es cuestión de trabajo…
Entonces con la otra mano cogió la varaque tenía enfundada en su cinturón y le propinó un fuerte golpe en la pierna, haciendo que perdiera que el equilibrio. Prosiguió lanzando golpes a la mujer sin compasión y con una mirada demente que se perdía más allá de la sangre que comenzaba a brotar de las heridas de mi madre.
El recaudador no me había visto en ningún momento y fue el momento en el que empezó a pegar a mi madre otra vez cuandorechacé la idea de que cada fin de mes pasase siempre lo mismo. Me enfurecí, más de lo que lo había hecho nunca, el sentimiento de rabia comenzó a brotar en mi pecho, sentí como subía hacia mi cerebro y se apoderaba de cada una de mis células impregnándolas de esa furia incontrolable. Pensé en la primera cosa puntiaguda que podía ver y me levanté, le di la vuelta a la mesa y, con facilidad,...