salomon de la selva

Mi Nicaragua
Tomas la calle que va hacia Catedral
caminas unas catorce cuadras y subes una loma
pasas el puente del triple arco hasta llegar
a Guadalupe. Allí las casas no son
los majestuosos palacios españoles,
planos y perezosos
como los ves en el centro de la ciudad,
pesados, con tres siglos encima,
acostumbrados al sol y los terremotos,
que tú imaginas aburridos,
por estasformas de la naturaleza;
si no pequeñas cosas, casi feas y frágiles
con tejados rojos y bajos y endebles puertas de áspero corte,
apenas mejores que una choza india;
nada pintorescas, solo un triste lugar común,
tan comunes y tristes como los apartamentos
aquí en las ciudades donde vive tu pobre gente,
y pese a todo parecen celebrar que el sol brille
y agradecen al suave viento cuando empieza asoplar
tan humildes, con un agradecimiento puro e inexpresable--
y todo el tiempo temerosas de los volcanes,
conteniendo la respiración pues podrían despertar y aplastarlas.
Mira a través de las puertas entreabiertas y mira las paredes
llenas de cuadros sagrados de santos y ángeles,
--como pequeñas ventanas abiertas al cielo—
que el pueblo compra y reverencia.
Y verás a los niños,jugando, peleando, soñando,
¡ah!, igual que los niños en cualquier otro lugar,
y verás las esposas devotas, barriendo o zurciendo
sirviendo la mesa, haciendo las mil cosas
que casi no vale la pena notar, que las mujeres
hacen en sus hogares, y que significan la vida para ellas.
Y si pones atención, las escucharías cantar;
¡no hay lugar con mejores cantos que los de ellas!
Cantos que se elevan ydesvanecen como humo de incienso,
y pueden, si presionas fuerte al corazón,
verter pesadas gotas que son lágrimas de todas las mujeres.
Pero si contratas un guía, ni uno pensaría
en llevarte a esta simple
y poco honorable vida  diaria del pueblo
que es la tierra que las raíces de la belleza conoce.
La antigua Catedral que erigieron los españoles
con altares tallados a mano para doscientossantos;
las ruinas de la fortaleza donde dicen que Nelson
perdió su ojo izquierdo cuando no era más que un simple pirata-
¡oh, piletas rotas de gastadas mampostería,
los trozos y escombros de objetos que alguna vez fueron preciados,
capullos olvidados de donde surgen las mariposas
de amor del país y del amor de Dios
y se pierden  a lo lejos entre los campos!
Los costosos hoteles conpalmeras en los jardines
y un piano automático tocando rags ,
donde tomas limonada y te devanas los sesos
pensando: en el nombre del diablo, ¿qué es el trópico?
Las tiendas de propietarios alemanes, ingleses y franceses;
los salones de la clase dominante adornados
con casi el mismo mal gusto que en Nueva York
¡ese nunca fue mi país! Pero las filas
de pequeñas casas de adobe donde habitanhombres y mujeres, tan ocupados viviendo sus vidas
como para pensar en falsearla, ¡ese es mi país,
mi Nicaragua, madre de grandes poetas!
Y cuando veas eso, ¿qué? A pesar
de las publicitadas revoluciones y todo lo demás,
del clima diferente y las  diferentes tradiciones
y el abolengo de la raza,
mi pueblo y tu pueblo son lo mismo:
pueblos con sus preocupaciones y sus esperanzas encimatrabajando duro por el pan, y por algo más
que siempre cambia, y que nadie podría nombrar
pero que vale la pena la jornada para encontrarlo

Amanecer Tropical
En las mañanas —¡ah, los amaneceres tropicales
cuando todas las campanas llaman agitadas a misa! —
todo mi pensamiento se concentraba en mirar,
desde un resquicio
de mi ventana
a las jóvenes indias en el río,
con flores en suscabellos.
Una llevaba
huevos frescos en canastos de mimbre,
hacia la pulpería;
otras, canastos de frutas, y alguna
las pieles de gatos monteses y zorros
cazados en trampas caseras.
Yo les decía:
¡Dios bendiga el vientre que las forjó
a su semejanza!
Y algún otro día,
¡Los ángeles no podrían ser más
adorables que vosotras!
O, arrebatado de juventud y alegría pagana:
¡Los hombres...