Santos Domingo Volvere Ayer

Páginas: 122 (30335 palabras) Publicado: 7 de septiembre de 2015
Volveré Ayer
Domingo Santos
TIEMPO PRIMERO
AYER
1
- ¡Ben! ¡El jefe reclama tu presencia!
Ben Fawcett, veintiocho años, un metro ochenta de estatura y noventa kilos de
peso, levantó la vista de su escritora, a la que acababa de dictar un párrafo de su
último artículo. Miró al que le había dado la noticia y murmuró algo por lo bajo.
- ¿Sabes para qué?
El otro, un chico bajito, con más pecas en lacara que arena tiene desierto, se
encogió de hombros.
- ¡Qué sé yo! Ya sabes que el tipo es poco comunicativo. Algún trabajito de última
hora, supongo.
Refunfuñando, Fawcett asintió. Apartó con un pie la escritora, cerró el contacto de
registro electrónico, depositó el micrófono en su horquilla, y se levantó.
- Está bien, ahora voy.
Atravesó la hilera de mesas donde el personal del periódico seafanaba dando los
últimos toques a sus respectivas secciones, y se encaminó hacia una puerta en
cuyo cristal esmerilado podía leerse:
SAMUEL S. WHITE
Director
Golpeó con los nudillos, y esperó.
- ¡Adelante! - gritó una voz desde el otro lado.
Ben Fawcett abrió la puerta, y se encontró en un despacho repleto de papeles por
todas partes: papeles por el suelo, papeles por las mesas, papeles por lassillas, y

1

papeles en la mano del hombre que estaba sentado tras la mesa principal del
despacho.
Samuel S. White podía cargar tranquilamente con el título de ogro que, para no
perder la costumbre, le habían impuesto sus empleados. Su metro veinte de
perímetro torácico, su metro cuarenta de perímetro abdominal, sus dos metros de
estatura, y sus ojos orientalmente oblicuos, representativos de unapróxima o
remota (más próxima que remota) ascendencia china o japonesa, hacían pensar
en él como en un genio escapado de alguno de los cuentos de Aladino. Pero él no
tenía en la mano ninguna lámpara, sino un legajo de papeles, y de su boca no
emergía ninguna palabra mágica, sino un deshilachado puro semiroído por la
punta, que apestaba horriblemente a diez leguas a la redonda.
- ¡Ah, hola, Ben! -exclamó, al ver a Fawcett entrar en el despacho -. Tengo trabajo
para ti.
Ben Fawcett desocupó de papeles una silla, e hizo lo indicado por el otro. Tras
una corta pausa, White mordisqueó un poco más su puro y dijo:
- Se trata de algo especial para ti, Ben. Un trabajo de los que te gustan.
- Bien, ¿y qué es?
White rió levemente, y mordisqueó de nuevo su puro un poco más.
- ¿Estás impaciente, eh? -exclamó -. Se trata de algo muy interesante, un viejo
chiflado o un genio, no lo sé. Un tal profesor Agnus Bingelow, que afirma haber
inventado una máquina «traslato-temporal» dice él. Una máquina del tiempo, en
resumidas cuentas. Ayer reunió una rueda de prensa, a la que hizo varias
afirmaciones en el sentido de que ya la tenía lista, que era una realidad, y que sólo
le faltaba hacer la pruebadefinitiva: la prueba con un hombre.
- Ya.
Fawcett se frotó la mandíbula.
- Y yo he de ir a entrevistarlo, y averiguar que hay de cierto en lo que afirma,
¿verdad?
- Exacto. Tanto si es cierto lo que afirma como si no lo es, será un buen reportaje
para la edición de mañana, ¿no te parece?
- Mmm...
Fawcett dudó, pensativo. En él acababa de despertarse el sabueso periodista que
llevaba dentro.

2

-Creo que hay tres probabilidades - murmuró como para sí mismo -: que este tipo
trate de lanzar un bulo, que esté loco de remate, o que en realidad sea cierto lo
que afirma.
- De acuerdo. ¿Y tú qué dices?
- Pues que si es lo primero, el tipo puede intentar embaucar a algún tonto que
tenga dinero, mediante la hipotética financiación del invento. No sería el primer
caso de esta índole que se nospresenta. En esta situación, podemos esperar a
que pique el primo y ¡zas! noticia al bolsillo. Si es lo segundo. la noticia no será
más que algo vulgar y corriente; tendremos que encogernos de hombros y
limitarnos a publicar una simple gacetilla desengañando a los ilusos. Ahora bien, si
es lo tercero... el «Meteor» puede hacer fama y fortuna repentinamente.
- ¿Más de la que tiene ahora? - gruñó...
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