Savater "el valor de educar"

Páginas: 239 (59644 palabras) Publicado: 30 de marzo de 2012
Fernando Savater

EL VALOR DE
EDUCAR

EDITORIAL ARIEL, S. A.
BARCELONA

1.ª edición: marzo 1997
2.ª edición: abril 1997
© 1997: Fernando Savater
Derechos exclusivos de edición en español
reservados para todo el mundo:
© 1997: Editorial Ariel, S. A.
Córcega, 270 - 08008 Barcelona
ISBN: 84-344-1167-9
Depósito legal: B. 17.193 - 1997
Impreso en España
1997. - Talleres LIBERDÚPLEX, S. L.Constitución, 19 - 08014 Barcelona
Digitalizado por Gingiol para
Biblioteca_IRC_Recargada
17/4/05

A mi madre,
mi primera maestra

Los hombres han nacido
los unos para los otros;
edúcales o padécelos.»
MARCO AURELIO

«El niño no es una botella que hay que llenar,
sino un fuego que es preciso encender.»
MONTAIGNE

A GUISA DE PRÓLOGO

Carta a la maestra
Permíteme, querida amiga, que inicie este librodirigiéndome a ti para rendirte
tributo de admiración y para encomendarte el destino de estas páginas. Te llamo
«amiga» y bien puedes ser desde luego «amigo», pues a todos y cada uno de los
maestros me refiero: pero optar por el femenino en esta ocasión es algo más que hacer
un guiño a lo políticamente correcto. Primero, porque en este país la enseñanza
elemental suele estar mayoritariamente a cargo delsexo femenino (al menos tal es mi
impresión: humillo la cerviz si las estadísticas me desmienten); segundo, por una razón
íntima que queda aclarada suficientemente con la dedicatoria de la obra y que quizá
subyace, como ofrenda de amor, al propósito mismo de escribirla.
En lo tocante a la admiración, tampoco hay pretensión de halago oportunista. Vaya
por delante que tengo a maestras y maestros porel gremio más necesario, más esforzado
y generoso, más civilizador de cuantos trabajamos para cubrir las demandas de un
Estado democrático.
Entre los baremos básicos que pueden señalarse para calibrar el desarrollo
humanista de una sociedad, el primero es a mi juicio el trato y la consideración que
brinda a sus maestros (el segundo puede ser su sistema penitenciario, que tanto tiene
que ver comoreverso oscuro con el funcionamiento del anterior). En la España del
pasado reciente, por ejemplo, los republicanos progresistas convirtieron a los maestros
en protagonistas de la regeneración social que intentaban llevar a cabo, por lo que,
consecuentemente, la represión franquista se cebó especialmente con ellos,
diezmándolos, para luego imponer la aberrante mitología pseudoeducativa que hareflejado con tanta gracia Andrés Sopeña en su libro El florido pensil.
Actualmente coexiste en este país —y creo que el fenómeno no es una exclusiva
hispánica— el hábito de señalar la escuela como correctora necesaria de todos los vicios
e insuficiencias culturales con la condescendiente minusvaloración del papel social de
maestras y maestros. ¿Que se habla de la violencia juvenil, de la drogadicción,de la
decadencia de la lectura, del retorno de actitudes racistas, etc.? Inmediatamente salta el
diagnóstico que sitúa —desde luego no sin fundamento— en la escuela el campo de
batalla oportuno para prevenir males que más tarde es ya dificilísimo erradicar.
Cualquiera diría por lo tanto que los encargados de esa primera enseñanza de tan radical
importancia son los profesionales a cuya preparaciónse dedica más celo institucional,
los mejor remunerados y aquellos que merecen la máxima audiencia en los medios de
comunicación. Como bien sabemos, no es así. La opinión popular (paradójicamente
sostenida por las mismas personas convencidas de que sin una buena escuela no puede
haber más que una malísima sociedad) da por supuesto que a maestro no se dedica sino
quien es incapaz de mayoresdesignios, gente inepta para realizar una carrera

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EL VALOR DE EDUCAR

universitaria completa y cuya posición socioeconómica ha de ser —¡así son las cosas,
qué le vamos a hacer!— necesariamente ínfima. Incluso existe en España ese
dicharacho aterrador de «pasar más hambre que un maestro de escuela»... En los
talking-shows televisivos o en las tertulias radiofónicas rara vez se invita a un...
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