Si Las Fortalezas Y Otras Muchas Cosas Que Los Príncipes Hacen, Son Útiles O Perjudiciales

Páginas: 7 (1636 palabras) Publicado: 18 de octubre de 2011
APÍTULO XX

SI LAS FORTALEZAS Y OTRAS MUCHAS COSAS QUE LOS PRÍNCIPES HACEN, SON ÚTILES O PERJUDICIALES



Para conservar con seguridad sus Estados unos creyeron necesario desarmar a sus súbditos, y otros promovieron divisiones en los países que les estaban sometidos. Unos mantuvieron enemistades contra si mismos, y otros se consagraron a ganarse a los hombres que en el comienzo de sureinado les eran sospechosos. Unos construyeron en sus dominios fortalezas, y otros demolieron y arrasaron las que existían. Ahora bien, aunque no es posible formular una regla fija sobre todos estos casos, a no ser que quepa, por la consideración de algunos detalles significativos, decidirse a tomar la determinación que implique mayor cordura, hablaré, sin embargo, sobre ello del modo más extenso ymás general que la materia misma permita.

Jamás hubo príncipe alguno nuevo que desarmara a sus súbditos, y, cuando los halló desarmados, los armó siempre él mismo. Obrando así, las armas de sus gobernados se convirtieron en las suyas propias; los que eran sospechosos se tornaron fieles; los que eran fieles se mantuvieron en su fidelidad, y los que no eran más que sumisos se transformaron enpartidarios de su reinado. Pero como el príncipe no puede armar a todos sus súbditos, aquellos a quienes arma reciben realmente un favor de él, y puede entonces obrar más seguramente con respecto a los otros. Por esa distinción, de que se conocen deudores al príncipe, los primeros se le apegan y los demás le disculpan, juzgando que es menester, ciertamente, que aquellos tengan más mérito que ellosmismos, puesto que el soberano los expone así a más peligros, y les hace contraer más obligaciones.

Cuando el príncipe desarma a sus súbditos, empieza ofendiéndoles, puesto que manifiesta que desconfía de ellos, y que les sospecha capaces de cobardía o de poca fidelidad. Una u otra de ambas opiniones que le supongan contra sí mismos engendrará el odio hacia él en sus almas. Como no puede permanecerdesarmado, está obligado a valerse de la tropa mercenaria, cuyos inconvenientes he dado a conocer. Pero, aunque esa tropa fuera buena, no puede serlo bastante para defender al príncipe a la vez de los enemigos poderosos que tenga por de fuera, y de aquellos gobernados que le causen sobresalto en lo interior. Por esto, como ya dije, todo príncipe nuevo en su soberanía nueva se formó siempre unatropa suya. Nuestras historias presentan innumerables ejemplos de ello.

Pero cuando un soberano adquiere un Estado, nuevo, que se incorpora en calidad de nuevo miembro a su antiguo principado, es preciso que lo desarme inmediatamente, no dejando armados en él más que a los hombres que en el acto de la adquisición se declararon abiertamente partidarios suyos, y, aun con respecto a estos mismos, leconvendrá, con el tiempo, y aprovechando las ocasiones propicias, debilitar su genio belicoso, y provocar su afeminamiento progresivo. Debe, en suma, hacer de manera que todas las armas de su nuevo Estado permanezcan en poder de los soldados que le pertenecen a él solo, y que, de años atrás viven en su antiguo Estado, al lado de su persona. Nuestros mayores, los florentinos, y principalmente losque pasan por sabios, decían que para conservar a Pisa, se requería tener en ella fortalezas, y que, para retener a Pistoya, convenía fomentar allí algunas facciones. Por tal causa, para hacer más fácil su dominación en determinados distritos, mantenían en ellos ciertas contiendas, método útil en una época en que existía algún equilibrio en Italia, pero que no juzgo tan útil hoy día, porque no creoque en una ciudad las divisiones proporcionen ningún bien. Hasta me parece imposible que, a la llegada de algún enemigo, las ciudades así divididas no se pierdan al punto, por cuanto de los dos partidos que encierran, el más débil se entiende siempre con las fuerzas que atacan, y el otro no es suficiente para resistir por sí solo. En mi entender, los venecianos se guiaron por las mismas...
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