Singularidad

1. LA PARADOJA DE LA SINGULARIDAD

Son frecuentes en nuestro siglo los elogios de la singularidad: “Cada uno es cada uno”, “todo ser humano resulta único e irrepetible”, “cada persona constituye una singularidad irreiterable”. Pero tampoco falta una reacción en las personas generalmente más reflexivas y cultivadas: la de sostener que la individualidad no constituye, en rigor, una nota distintay discriminadora de las personas, realidades infrapersonales. “Al fin y al cabo, vienen a afirmar, también un mastín o un canario son singulares e irrepetibles; no es por ahí por donde debemos buscar lo diferencial de las personas.

¿De qué parte se encuentra la razón?, ¿Qué porción de verdad corresponde a cada una de esas opiniones? O, si preferimos plantear el asunto en otros términos: ¿Estanta la trascendencia de la persona, entendida como individuo único e irrepetible, como heterogénea respecto a las demás personas, como extra-ordinaria, como exquisitamente particular? ¿Sirve realmente la singularidad para diferenciar a las personas de las realidades infrapersonales, asimismo concretas e irreiterables? ¿No estamos también ahora ante un simple constructo mental, ante un mero tópico,sin fundamento ni real relevancia fuera del pensamiento y el lenguaje? (Melendo, 1996)

a) Singularidad extrema
La cuestión comienza a tomarse clara en cuanto se advierte que la singularidad es una perfección, y que todas las perfecciones, desde la perspectiva real más estricta admiten un más y un menos, se dan de forma graduada, con mayor o menor plenitud.
Por eso, la afirmación quesostiene que también un mastín o un foxterrier son individuos, resulta cierta, pero incompleta; y radicalmente falsa si con ella se pretende afirmar que los ejemplares de estas razas caninas gozan de la singularidad en la misma medida que los seres humanos. Por su parte, el aserto que insiste en la irrepetibilidad del sujeto personal, sosteniendo implícitamente que tal unicidad no se encuentra en lasrealidades ifrahumanas, es también verdadero, y en mayor proporción que el que defiende lo contrario. En estrictísimo rigor, ajustada y cabalmente singulares sólo lo son las personas; y lo son de manera creciente, en la medida en que nos elevamos en la categoría de las mismas.(Millán, 1996)
Por eso los clásicos establecían una especie de gradación en la singularidad, un crescendo articulado en tresetapas: a) la individualidad relativa y muy pobre de los accidentes: color, volumen, peso...; b) la que corresponde a cualquier substancia mineral, vegetal o animal; y c) la singularidad extrema e irrepetible propia de las personas.

En relación al primer punto, cabría preguntar: ¿qué es lo que hace singular a los accidentes? Y la respuesta sería: más que algo que resida estrictamente en ellos,el hecho, en cierto modo extrínseco, de encontrarse en esta o aquella substancia. Cosa que —vale la pena recordarlo— constituiría otra prueba de que no es en los accidentes, y menos que ninguno en el Tener, donde reside en fin de cuentas la dignidad del hombre: es tan tenue su consistencia, poseen tan poca entidad, que «no cabe» en ellos un principio discriminador respecto a otros similares, algoque los torne apreciables por sí mismos.

¿Qué distinguiría, por acudir a un ejemplo banal pero evidente, la blancura de una hoja de papel de la de otro folio del mismo tipo? Sin duda, sólo el hecho de pertenecer a una u otra lámina. En cuanto a blancura, atendiendo a su naturaleza y caracteres intrínsecos y sin apelar a nada exterior a su misma esencia, las «dos» blancuras son absolutamenteidénticas. Nada, dentro de ellas, origina esa singularidad que las diferencia. La distinción proviene del sujeto en que se apoyan.
Esta sencillísima consideración nos permitiría entrever, en primer término, que la raíz de toda singularidad descansa últimamente en las substancias. A lo que habría que agregar algo de extremada relevancia para nuestro problema: que esa particularidad se acrecienta...