Sola Morales

Páginas: 25 (6093 palabras) Publicado: 18 de enero de 2014
La segunda historia del

Proyecto Urbano

1

Manuel de Solá–Morales i Rubio

Otra tradición moderna
La descomposición de las ciudades europeas producidas en los últimos cuarenta años, ha lanzado un serio margen
de culpabilidad sobre la ideología urbanística derivada de la arquitectura funcional.
Críticos como Bernard Huet o Leon Krier, concentraron en la Carta de Atenas y sus epígonoslas más graves acusaciones a la urbanidad. Antes, Gordon Cullen y el townscape en los años sesenta, y la academia morfotipológica en
los setenta, acentuaron el aprecio por la ciudad compacta y heterogénea, y por la trabazón entre calles y edificios.
Muchos otros comentaristas se han sumado luego al carro de los detractores, a veces con más oportunismo que
razón; y así se han generalizadobanalmente los azotes a la zonificación, a las normativas urbanas y a los planes
de ordenamiento, hasta pretender tachar de erróneo o negativo cualquier elemento de la razón en la disposición de
las ciudades.
No es el objeto de este análisis hacer la defensa del urbanismo funcional: más bien al contrario. Pero seguir intentando hacer de él la cabeza de turco que justifique otras veleidades, no tiene,creo, ningún interés, y no quisiera ser
confundido entre los explotadores de tal maniqueísmo. Tampoco el bizantino enfrentamiento entre “generalistas” y
“puntuales”, ni en la discusión político-económica entre “reguladores” y “desreguladores”. Me interesa revisar los
orígenes del vacío teórico actual, precisamente para fundamentar las nuevas prácticas. Mirar la ruptura conceptual
que elfuncionalismo supuso para el urbanismo, con ojos más actuales y más prácticos que los de quienes sólo lo
han tomado como excusa.
Los principios de la ciudad funcional, iniciados en la Alemania de los años 20, se basaban en la voluntad de ordenar
las ciudades sobre los criterios de la especialización de funciones, la importancia del tráfico rodado, y la apertura
higienista de los espacios cerrados,tanto en edificios como en vías publicas. Vista hoy, entre los muchos juicios que
pueda sugerirnos, lo más sorprendente de aquella doctrina era su ilusión en la erradicación total de las ciudades
anteriores y la construcción de un marco urbano ex-novo para toda la civilización. En las propuestas que mayor
repercusión tendrían, la radicalidad denegatoria de todo valor a la ciudad histórica erapareja a la ingenuidad con
que se confiaba en los propios slogans para edificar las ciudades “del futuro”.

En Holanda, la obra de Dudock y de Oud, —tanto como la más clásica de De
Klerk o de Berlage—, denota un estilo en el Proyecto Urbano y la sitúa como
intromisión novedosa que rompe con el contexto establecido. Los trabajos
de De Finetti, Lancia o el propio Muzio en Milán, los de Fisher,Petersen o
Bentsen en Copenhague, los de Saarinen y Markelius en Helsinki, los de
Pleznic en Ljubljana, como los de Folguera en Cataluña, o los de Zuazo en
Madrid, manipulan la ciudad como campo de la nueva arquitectura sin que
jamás ésta pierda su referencia como instrumento de ordenamiento urbano.
Sabia disciplina que parte, es verdad, del amor y no del odio a la ciudad existente, y que porello busca su transformación más rigurosa.
Aquél era un urbanismo que disfrutaba con la condición distinta de cada
parte urbana, con el entendimiento de la gran ciudad como artefacto complejo, siempre más rico y diversificado. Creo que es ahí, en esa complejidad, donde hay que reconocer la verdadera tradición de ciudad moderna,
sin paliativos ni comillas. Muy al contrario de los esquemas quedefenderán
el funcionalismo, la cultura de la gran ciudad, nacida en la revolución industrial del XIX, y exuberante en las grandes capitales metropolitanas de XX,
nunca pretendió resumir sus complicaciones simplificando sus problemas.
La noción de metrópolis moderna nunca recurriría a la reducción esquemática como principio de su diseño. Al contrario, el poderío urbanístico de la
idea de...
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