Soledad

Sopló las velas de su cumpleaños número cincuenta y siete. Al igual que en su cumpleaños número cincuenta y cuatro, cincuenta y cinco y cincuenta y seis, cenó junto a sus allegados.
Luego de terminar de comer la torta y la mesa dulce llena de magdalenas, galletas, masitas, tortas de todo tipo y color; despidió a sus invitados de siempre. Juntó todos los restos de comida que estabandesparramados sobre la mesa; lavó, secó y guardó todos los elementos metódicamente.
Silenciosa, tranquila, rutinaria, poco expresiva, romántica pero no al extremo, terca, un poco insensible, apacible y calmada.
Julia se dirigió al baño a cepillarse los dientes como solía hacer siempre antes de irse a dormir, y fue en aquel instante en el que vio el reflejo de sus ojos tristes y angustiados. En ese instantese dio cuenta que no tenía con quien compartir su vida. Estaba sola.
A la edad de cincuenta y siete años y un día, Julia se dirigió a la biblioteca que le había recomendado su hija para buscar un libro de poemas de Mario Benedetti; el cual tenía en mente hace mucho tiempo pero no sabía si leerlo o no, a causa que no tenía en quién pensar al leer dichos poemas. Observando los títulos que había enla estantería de escritores latinoamericanos…
Le recomiendo este- Dijo una voz muy amable y seductora.
Gracias- Dijo sorprendida Julia – Es lo que estaba buscando.
De nada. Me llamo Hugo, un placer – Agregó el.
Soy Julia. –
Desde ese momento sus miradas produjeron un encuentro especial. Después de una larga charla en la biblioteca acerca de gustos y pareceres similares, Hugo invitó a Julia atomar un café. Ella aceptó con mucho gusto, sorprendida por la invitación. Quedaron en encontrarse a las cinco de la tarde del otro día en la confitería de la esquina de la biblioteca.
Desde que salió del lugar, Julia ya estaba pensando en que se iba a poner al otro día para encontrarse con Hugo.
-El vestido azul con flores que tengo del cumpleaños de Margarita, o la camisola blanca con lapollera azul de lunares que me puse para ir a visitar a mi hermana el lunes pasado. No, mejor me pongo pantalón, así no piensa que estoy desesperada. A lo mejor si nos vemos otra vez podría llegar a ponerme pollera. Ya se! El pantalón negro con la camisola blanca y las botas marrón claro.-
Hugo visualizó a Julia desde una de las mesas junto a la ventana del café. Venía caminando vestida con unacamisola blanca y pantalón negro. En su cara tenía una gran sonrisa y unos anteojos de sol que a Hugo le parecieron muy simpáticos.
Apenas Julia llegó, se sentó y pidieron un café cada uno. Desde que llegó a la confitería no pararon que contarse anécdotas y reírse. Hugo le contó una gran parte de su vida a Julia; que trabajaba en un banco hace más de 15 años, que antes vivía en Bahia Blanca, y quenunca se había casado porque no había encontrado a la persona correcta. Y Julia contó su historia a Hugo, explicándole que había sido madre soltera y que nunca había conocido un amor más grande que el de una madre a una hija. A Hugo le gustó mucho el pensamiento acerca del amor que tenía ella.
El día que fueron de paseo al parque todo pasó a estar en un segundo plano para Julia. Todo menos lasonrisa de Hugo. Le gustaba todo de el. Desde su cabello castaño oscuro desgastado por el paso del tiempo y cubierto de canas, hasta su barba prolija y cuidada también del mismo color. Sin olvidar, por supuesto, su voz. Había llegado a la conclusión que si no lo vería más, al cabo de muchos años podría olvidarse de su cara, de sus manos, de su pelo, de su barba; pero su voz era algo que iba a recordarpor siempre.
Julia ya no se sentía sola. Tenía alguien a quien dedicarle poemas. Tenía a alguien a quien querer que a su vez también la quería; y si bien Hugo era solamente su amigo, ella solamente tenía ojos para el. Lo que sentía Julia por aquel hombre se volvía muy importante y no podía contener las ganas de decírselo. Ella era partidaria de encontrar el momento perfecto para decir y hacer...