Subjetividad y lenguaje en algunas pensadoras del feminismo de la diferencia

Comentarios sobre las relaciones entre la subjetividad y el lenguaje en algunas pensadoras del feminismo de la diferencia
Por Elsa Drucaroff

"La mujer no existe"
Entre las infinitas paradojas de las lógicas opresivas no es menor la siguiente: las mujeres son menospreciadas, pero la producción artísti¬ca, filosófica y científica masculina las tiene como objetos de represen¬taciónprivilegiada. Ya en El cuarto propio, Virginia Woolf se asombra de la profusión de heroínas literarias y pictóricas, de estudios y ensayos que los varones han escrito sobre las mujeres, y -sentada frente a la pila de libros, en la biblio¬teca pública- ironiza:
"¿Por qué razón dirá Samuel Butler `Los hombres sabios nunca dicen lo que piensan de las mujeres`? Parece que los hombres sabios no hacen otracosa".
Si a principios de este siglo Virginia Woolf registraba el hecho paradójico de que el género menospreciado era sin embargo tenazmente investigado por el género autoconsiderado superior, la feminista francesa Luce Irigaray denunciaría años más tarde que el hecho de que la mujer sea obsesivo, contradictorio y constante objeto de estudio de la mirada pa-triar¬cal es, básica¬mente, un síntoma:Atrapados en un universo simbólico donde sólo se puede concebir la mismidad, la diferencia que constituye lo femenino es imposible de pronunciar. Pero la mujer resulta indis-pensable para las necesidades de reproducción de ese "lo mismo" masculino que la raza humana (equiparable al supuestamente general "los hombres", no sólo como un "modo de decir" sino -y fundamentalmen¬te- como un modo depensar) define consensualmente. La femineidad es una "suerte de alter ego invertido, o de negativo -también fotográfico, `negro` por lo tanto. Envés (envers), contra¬rio, contradic¬torio incluso, exigi¬dos para la recuperación y el relevo de un proceso de especula¬(riza)ción del sujeto masculino."
Entonces: Las mujeres son lo otro, la pura negatividad, pero esto es en realidad una exigencia delproceso de especula(riza)ción del sujeto masculi¬no. Parece importante entender esta fórmula.
Irigaray relaciona la metáfora del espejo, de lo especular, con el pensamiento lógico y, en general, con el orden simbólico universal. La metáfora del espejo es una vieja recurrencia del discurso feminista. Ya Virginia Woolf sostenía en el libro que citamos que los varones se miran en el espejo de lasmujeres:
"Hace siglos que las mujeres han servido de espejos dotados de la virtud mágica y deliciosa de reflejar la figura del hombre, dos veces agrandada. Sin ese poder el planeta sería todavía ciénaga y selva. Faltarían las glorias de todas nuestras guerras. (...) Los espejos, aunque tienen otros empleos en las sociedades civilizadas, son esenciales a toda acción violenta y heroica. Por esoNapoleón y Mussolini insisten con tanto énfasis en la infe¬rioridad de las mujeres, porque si ellas no fueran inferiores, ellos no serían superiores."
Irigaray continúa esta idea, pero la lleva a la médula del proceso de significación, del orden del lenguaje, a la posibili¬dad misma de un orden simbólico en la sociedad patriarcal. En una deconstrucción brillan¬te de textos de Freud sobre la femineidad,demuestra que nuestra cultura no puede representar y por ende conce¬bir a las mujeres; atrapada en una lógica de lo mismo, las concibe como varones defectuosos, varones sin pene o con un pene diminuto (el clíto¬ris) al que aprenden a renunciar cuando dejan de ser las "varon¬citas" de la etapa fálica y devienen mujeres. Irigaray demuestra que -para Freud, pero también para la filoso¬fíaocci¬dental- varón se es, y en cambio mujer se deviene, que el "otro" sexo es algo así como la negatividad del sexo normal, y por ende sólo puede ser visto desde la lógica del lo mismo: es "lo mismo" pero "sin", no es otra cosa. Irigaray habla, entonces (jugando con el doble sentido de homo, ya como prefijo griego -"igual"-, ya como sustantivo latino -"hom¬bre"-) de un homodominio de la economía de la...