Sueño Azuk¿l
Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía. Lasgrandezas de la vida cotidiana, pero sobre todo sus detalles, el destello del fuego, de los ojos, de las manos. Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias deárboles y piedras que dialogan entre sí, con los animales, y con la gente. Nada más me decía, hay que aprender a interpretar sus signos y a percibir sus sonidos que suelen esconderseen el viento. Tal como mi madre ahora, ella era silenciosa y tenía una paciencia a toda prueba. Solía verla caminar de un lugar a otro haciendo girar el huso, retorciendo lablancura de la lana. Hilos que al telar de las noches se iban convirtiendo en hermosos tejidos. Más de una vez -como mis hermanos y hermanas- intenté aprender ese arte, sinéxito. Pero guardé en mi memoria el contenido de los dibujos que hablaban de la creación y resurgimiento del mundo mapuche, de fuerzas protectoras, de volcanes, de flores y aves
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