sueños de un callejero

Páginas: 56 (13969 palabras) Publicado: 22 de abril de 2013
Prefacio.
Hace miles de años, el poder se conquistaba principalmente mediante la violencia física, y se manteníacon la fuerza bruta. No había necesidad de sutileza; un rey o emperador debía ser inmisericorde. Sólounos cuantos selectos tenían poder, pero en este esquema de cosas nadie sufría más que las mujeres.No tenían manera de competir, ningún arma a su disposición con que lograr que unhombre hiciera loque ellas querían, política y socialmente, y aun en el hogar. Claro que los hombres tenían una debilidad:su insaciable deseo de sexo. Una mujer siempre podía jugar con este deseo; pero una vez que cedía alsexo, el hombre recuperaba el control. Y si ella negaba el sexo, él simplemente podía voltear a otrolado, o ejercer la fuerza. ¿Qué había de bueno en un poder tan frágil y pasajero?Aún así, las mujeresno tenían otra opción que someterse. Pero hubo algunas con tal ansia de poder que, a la vuelta de losaños y gracias a su enorme inteligencia y creatividad, inventaron una manera de alterar completamenteesa dinámica, con lo que produjeron una forma de poder más duradera y efectiva. Esas mujeres —comoBetsabé, del Antiguo Testamento; Helena de Troya; la sirena china Hsi Shi, y lamás grande de todas,Cleopatra— inventaron la seducción. Primero atraían a un hombre por medio de una aparienciatentadora, para lo que ideaban su maquillaje y ornamento, a fin de producir la imagen de una diosahecha carne. Al exhibir únicamente indicios de su cuerpo, excitaban la imaginación de un hombre,estimulando así el deseo no sólo de sexo, sino también de algo mayor: la posibilidad de poseera unafigura de la fantasía. Una vez que obtenían el interés de sus víctimas, estas mujeres las inducían aabandonar el masculino mundo de la guerra y la política y a pasar tiempo en el mundo femenino, unaesfera de lujo, espectáculo y placer. También podían literalmente descarriarla, llevándolas de viaje,como Cleopatra indujo a Julio César a viajar por el Nilo. Los hombres se aficionaban a esosplaceressensuales y refinados: se enamoraban. Pero después, invariablemente, las mujeres se volvían frías eindiferentes, y confundían a sus víctimas. Justo cuando los hombres querían más, les eran retirados susplaceres. Esto los obligaba a perseguirlos, y a probarlo todo para recuperar los favores que alguna vezhabían saboreado, con lo que se volvían débiles y emotivos. Los hombres, dueños de lafuerza física y elpoder social —como el rey David, el troyano París, Julio César, Marco Antonio y el rey Fu Chai—, seveían convertidos en esclavos de una mujer. En medio de la violencia y la brutalidad, esas mujereshicieron de la seducción un arte sofisticado, la forma suprema del poder y la persuasión. Aprendieron ainfluir en primera instancia en la mente, estimulando fantasías, logrando que un hombresiemprequisiera más, creando pautas de esperanza y desasosiego: la esencia de la seducción. Su poder no erafísico sino psicológico; no enérgico, sino indirecto y sagaz. Esas primeras grandes seductoras eran comogenerales que planeaban la destrucción de un enemigo; y, en efecto, en descripciones antiguas laseducción suele compararse con una batalla, la versión femenina de la guerra. ParaCleopatra, fue unmedio para consolidar un imperio. En la seducción, la mujer no era ya un objeto sexual pasivo; se habíavuelto un agente activo, una figura de poder. Con escasas excepciones —el poeta latino Ovidio, lostrovadores medievales—, los hombres no se ocuparon mucho de un arte tan frivolo como la seducción.Más tarde, en el siglo XVII, ocurrió un gran cambio: se interesaron en la seducción comomedio paravencer la resistencia de las jóvenes al sexo. Los primeros grandes seductores de la historia - el duque deLauzun, los diferentes españoles que inspiraron la leyenda de Don Juan— comenzaron a adoptar losmétodos tradicionalmente empleados por las mujeres. Aprendieron a deslumbrar con su apariencia (amenudo de naturaleza andrógina), a estimular la imaginación, a jugar a la coqueta. Añadieron...
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