Superhombre
«En mi horizonte se han elevado pensamientos como nunca había visto antes; quiero guardar silencio sobre ellos, y mantenerme en una tranquilidad inquebrantable [...] la intensidad de mi sentimiento me hace estremecer yreír [...] el día anterior había llorado en exceso durante mis paseos, aunque no lágrimas sentimentales, sino de júbilo; cantaba y decía tonterías, poseído por una nueva visión de las cosas, con la que cuento antes que cualquier otro hombre.»
Contra lo habitual en él, esa conmoción no da paso a un arrebato creador. Es verdad que apenas entrevista esboza unos cuantos proyectos para desarrollarla,pero, tras esa primera efervescencia, la deja de lado (aunque siga siendo objeto de sus reflexiones) y retorna a sus inquietudes anteriores (a los pocos días ya solicita a Overbeck libros y revistas de contenido evolucionista). Una postergación que se cuarteará con la inclusión, en La Gaya Ciencia, de un breve aforismo (341), y se romperá definitivamente en las dos últimas partes de Así hablóZaratustra.
Si son muchos los escritos de Nietzsche que resultan abstrusos (ningún otro autor ha dado lugar a tal cúmulo de interpretaciones tan distintas y contrapuestas), no hay duda de que la palma se la llevaría este último libro. Aun cuando parte de su contenido guarde parentesco con los anteriores, será un tema nuevo (el superhombre) y otro que casi lo es (el eterno retorno), los quemayoritariamente concitarán el interés de los comentaristas: «En Zaratustra son dos temas los que están apareados y acoplados. En un tratado filosófico sistemático hubieran debido repartirse en dos obras totalmente separadas: El postulado del superhombre y el dogma del eterno retorno»{1}. Aunque un nutrido grupo de autores, liderados por Heidegger y Fink, traten de fusionar ambos temas y sostengan que, esesuperhombre que parece acaparar las páginas de las dos primeras partes, no sería, en realidad, más que el hombre que conoce y acepta la idea del retorno.
Según ese criterio, Nietzsche estaría madurando esa idea desde el mismo momento en que la vislumbró, pero, por alguna razón, le cuesta enfrentarse públicamente a ella, y al final habría decidido hacerlo a través de la figura del superhombre:«Zaratustra antes que nada tiene que llegar a ser el que es. Ante tal llegar a ser, Zaratustra retrocede asustado. Este susto atraviesa toda la obra que lo representa. Este susto determina el estilo, la andadura vacilante y siempre ralentizada de la obra entera [...] Si Zaratustra debe llegar a ser primero el maestro del eterno retorno, entonces no puede empezar de entrada con esta enseñanza.Por esto al principio de su camino están estas otras palabras: «Yo es enseño el superhombre.» (Heidegger, ¿Quién es el Zaratustra de Nietzsche?)
Montinari se suma a esta interpretación: «El superhombre no es otro que el hombre que está en condiciones de decir sí a la vida tal como ésta es, en eterna repetición. Éste es el vínculo que une las teoría del eterno retorno y el discurso delsuperhombre» (Mazzino Montinari, Lo que dijo Nietzsche, Salamandra, Barcelona 2003, pág. 115). Y como respaldo aduce distintos argumentos, que he numerado por el orden con que aparecen en su libro:
El primero, la importancia que Nietzsche daría en sus notas a esa teoría, como demostraría el siguiente fragmento de uno de los primeros esbozos que escribe en agosto de 1881:
«¿Qué hacemos con lo que quedade nuestra vida, nosotros que la hemos vivido en su mayor parte sin saber lo más esencial? Nos dedicamos a enseñar esta teoría (es el medio más eficaz para asimilarla nosotros mismos)» (NF, 11 [141], 1881.) (M. Montinari, Ibid, pág. 105.)
El segundo, que la figura de Zaratustra aparece «inmediatamente después del apunte del eterno retorno de lo mismo» (Ibid, pág. 107), lo cual indicaría que...
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