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Fue en un instante en el que me levante al amanecer debatido por las turbias aguas de la edad, y realmente nunca imagine que en esta juvenil etapa las huellas marcadas por el urgente Deseo fueran más fuertes que las sensaciones molestas otorgadas por el divino acné.
Ya en clase de Lógica la paradoja inconclusa de las miradas apuntaban a un cuello lacerado por los vertiginosos aspavientosde las batallas eróticas, la mancha violeta parecía agrietarse en cada movimiento del cuello y los giros inevitables del desenfreno apuntaban a la manifestación de una sola cosa: “ las secuelas imposibles de extensas jornadas ”.
Mientras intentaba realizar las equivalencias, disyunciones y otras cuestiones inmersas en tablas de verdad, el sonido de Ella atravesó los inconsistentes pasillos delsector donde movilizaba paradigmas a las hojas de cálculo,
Y de pronto en algún penoso lado, de pronto, el inefable sitio donde el puro demasiado –poco incomprensiblemente se transforma, trocándose en ese vacio demasiado –mucho. Donde las cifras de muchos números se queda sin ninguno. (V Elegías del Duino, Rilke)...
Todo se convirtió en enigma y construyo paso a paso la constancia absoluta delencuentro que nos situó al borde de aquel pasillo insignificante, donde la conversación acerca de Durkeim contrasto con los versos de Barba Jacob dispuestos en sobres blancos ; el café oscuro sin azúcar y las enormes vacilaciones inmortalizadas por el gesto, precipitaron la posterior entrega, casi sin resistencias arbitrarias, ni ruegos permanentes, casi sin preámbulo, sólo entrega y más entregacobrada al tiempo por los divinos silencios de las horas,
Cuerpo, recuerda no solamente cuánto fuiste amado,
no sólo los lechos en que te acostaste,
sino también aquellos deseos que por ti
brillaban en los ojos manifiestamente,
y temblaban en la voz -y algún
obstáculo casual los hizo vanos.
Ahora que todo ya está en el pasado,
parece casi como si a los deseos
aquellos te hubiesesentregado -cómo brillaban,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo temblaban en la voz, por ti, recuerda, cuerpo.
(Recuerda, cuerpo. Kavafis, 78: 1968)

que recuerdan construir con los ojos de su deseo la expresión de aquel rostro en el instante supremo de la gloria... –Measemejo a un cordero soñador- solía decir sonriendo, pero cuando surgiera una posterior entrega revelávase la Judit oculta y se tornaba sublime, ¡a lo que parece no le faltaron tales circunstancias! ...
El inalcanzable destello de sus ojos al entreabrirse por un momento, y el impredecible movimiento de sus brazos en el justo semblante de los labios gritaron con insistencia un nombre.
Todo se diluíadentro de ella, purificando aquel pasado contaminado por la inconstancia.
Y fue donde su corta cabellera del mas vivo ébano, armonizaba maravillosamente con sus ojos, del color negro mas intenso. Todo era en ella diminuto. En su frágil cuerpo, a pesar de su talle esbelto, a pesar de su tono lechoso, vivía un alma templada como la del hombre de mas entero carácter, pero que a nadie –nisiquiera un buen observador- hubiese adivinado bajo el aspecto de su dulce fisonomía y su semblante arqueado, cuyo perfil ofrecía cierta semejanza con el de la cabeza de una oveja. Aquella dulzura excesiva, aunque noble, parecía cercana al candor de la oveja. (Un asunto tenebroso, Balzac, 44, 1969)
Cuerpo recuerda,
Cuerpo, recuerda no solamentecuánto fuiste amado,
no sólo los lechos en que te acostaste, […]
Y todo termino extraña e impredeciblemente como empezó, acumulando sensaciones artificiales extraídas a la manera mas burda de ciertas películas donde se niegan a desnudarse con las luces encendidas para adivinar en la oscuridad lo que es oculto a los ojos, rubias imbricadas de un imaginario colectivo que basta invitarlas a unas copas...