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En la ciudad tres veces santa no hay apenas publicidad que muestre rostros o cuerpos de mujer, hay líneas de autobuses públicos segregados en los que están obligadas a viajar en la parte deatrás, en determinadas zonas de barrios ortodoxos judíos tienen que caminar por una acera distinta a la de los hombres y carteles en las paredes las llaman a vestir "con modestia".
La tendencia aexcluirlas de la vida pública, a que se cubran la cabeza y hombros, la prohibición de vestir pantalones y obligarlas a no sentarse junto a varones crece en la parte occidental de Jerusalén en paralelo alaumento de poder e influencia en la esfera política de los partidos religiosos judíos.
Medios locales denunciaban recientemente la existencia de supermercados y clínicas con horarios diferentes parahombres y mujeres, con el fin de evitar cualquier tipo de contacto que pueda llevar a tentaciones pecaminosas.
"Los haredim (ultra-ortodoxos) ejercen mucha presión para que no se vea a las mujeres nuncay exigen la segregación en todas partes. Son muy extremistas pero, por el momento, la Policía no les deja imponerse", explica a EFE Peggy Cidor, miembro de la organización feminista religiosa judíaMujeres del Muro y estudiante de Talmud.
Apunta además a otra amenaza mucho más grave: la de que los judíos ortodoxos modernos estén empezando a demandar que se borre a las mujeres de los espacioscomunes.
"Los religiosos modernos son muchos y están integrados en la sociedad: en los tribunales, el Gobierno, el Ejército, el mundo académico y cultural... No viven en barrios y ciudades separadas,como los ultra-ortodoxos. Tienen mucha influencia y si se vuelven radicales con las mujeres, tendremos un problema muy serio", añade.
Asegura que dicha segregación "no está basada en ningún precepto...
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