i el gobierno pudo acreditarse como celoso defensor de su territorio, no pudo escapar a que se le tildar de derrochador, de especulador de deshonesto en el manejode los fondos públicos. La situación hacendaria, que desde los regímenes anteriores era deficitaria, llegó durante la administración de González a ser lastimosa. Elpaís, en cuya economía se tenía tan fundadas esperanzas, no contaba con crédito suficiente para demorar el pago de la deuda exterior y para solicitar empréstitos delexterior, con los cuales pudiera impulsar alas obras públicas, tanto las ya iniciadas había vuelto a convertirse en un espectro que era necesario disipar; senecesitaban instituciones de crédito solventes y requiríarse establecer un equipo entre egresos e ingresos. El año de 1881 fue de dificultades financieras grandes, pero en182 esas dificultades aumentaron al grado que el propio presidente tuvo que señalar en su mensaje las dificultades financieras existentes y solicitar al Congreso laaprobación del presupuesto anual, que era muy desequilibrado. Para solventar esas diferencias, el Estado recurría a los préstamos de pronto reintegro que aumentabanla deuda pública y le imposibilitaban cubrir los gastos de la lista civil, pues era necesario pagar capital e intereses, preferentemente a los prestamistas.Independientemente de que los gastos imprescindibles hubieran aumentado, resultaba patente que existían fugas y despilfarro del dinero obtenido, de que se culpaba afuncionarios muy importantes de la administración pública. Que esa opinión existía se revela en los editoriales de la prensa periódica, como los de El monitor Republicano.
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