Terminos Literarios

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Preparatoria Eugenio Garza Lagüera
Lengua Española I Actividad: Términos Literarios
Nombre ____________________________________________Mat. ____________ Gpo. ___________

I.- Lee el siguiente cuento, después, selecciona la respuesta que consideres correcta. Valor: 100 puntos.
Las Flores Amarillas

Ahora veohacia el sur de la ciudad y fumo. Suena un reloj; tal vez sean las once y media. Estuve la tarde entera fumando: acostado, sentado, caminando por la habitación. Antes de las siete volví a pensar en ella y vine aquí. Son siete pisos hasta la acera. Nada cabalístico, nada en clave; éste era el único departamento desocupado entonces y lo ocupamos al anochecer; nos mudamos en un camión que hizo vermiserable lo que traíamos. Entramos aquí con orgullo, satisfechos. Han transcurrido dos años ya. Fue en abril aquello. Creo.
La conocí en un autobús de la ruta 46, al atardecer. Luego de unos días larguísimos en los que ambos nos concretamos a mirarnos distraídamente, nos encontramos. Sus ojos eran transparentes, y sabía reír. Ha muerto el sábado. Su piel no tenía el aspecto de flor que lucía cuandola miraba, durante largas horas, tirada en la cama desnuda, deseándola. Ya muerta no. Todavía el viernes le dije cuánto me placía sentirla debajo de mí, al lado, arriba. Le dije que me producía una tristeza inconfundible y que me hacía retroceder hacia mi infancia. No sé por qué. A veces, en ella, creía ver el azul irreal de la Mesa del Norte; las buganvilias trepando por los horcones como unamano por entre los cabellos.
La mañana del sábado salí de la casa al amanecer; le daría una sorpresa: iría a comprar lo del desayuno para prepararlo y llevárselo a la cama. Regresé. En el pasillo la portera me dijo buenos días. Tosté el pan y le unté mantequilla. Ella seguía durmiendo. Desde la cocina le dije alguna broma; luego fui hasta la pieza y dejé la charola sobre el buró. Ella tenía lacabeza pegada en su propio brazo flexionado y la sacudí, jugando. Había muerto.
Empecé a fumar, a caminar por el departamento. Había un olor semejante al de aquellas flores amarillas que mamá cultivaba. Salí. Y al atardecer volví, acompañado de un sujeto bajo y endeble, vestido de riguroso oscuro, seguido a la vez él mismo por cuatro individuos silenciosos a los que ordenó lo que debían de hacermientras los vigilaba. "Resignación", me dijo tocándome apenas en el hombro. Luego me guiaron hasta el carro fúnebre. Los vecinos habían aparecido en los balcones y observaban; algunos niños habían tendido un cerco de miradas.
En la capilla ardiente me dejaron solo. La cera escurría y la atmósfera interior era tibia, saturada de olores dulzones que me provocaron asco y un agobiante dolor de cabeza.Las llamas permanecían inmóviles, con el pabilo doblado y una finísima hebra de humo ascendió vertical aunque perturbada de vez en vez por las crepitaciones. En mis ojos palpitaban las llamas y los cerré, pero continuaban transmitiendo fulgores a mi cerebro y produciendo sus breves estallidos en medio de la niebla. Cuando los abrí nuevamente era domingo y el hombre de la funeraria tenía su manoposada en mí. "Es la hora", dijo. Consulté mi reloj: se había detenido a las cinco menos tres y las velas estaban consumidas hasta más de la mitad. "Son las diez y media", dijo, mientras yo me frotaba los ojos y me alisaba el pelo; "ha dormido usted lo suficiente". No entendí lo que quería decir ni intenté hacerlo; recuerdo que entre sueños lo vi venir una vez hasta aquí, me observó y la observó aella y se marchó. A mí me dolía la cabeza y me costaba mucho abrir los ojos; después no supe más. Hasta cuando dijo que era la hora y entraron cuatro hombres que cargaron el ataúd y lo llevaron afuera y lo instalaron en la carroza. Cruzamos la ciudad. El sol brillaba.
Antes de que el ataúd descendiera a la fosa me hizo la pregunta de sí deseaba verla "por última vez" y dije que no. Las poleas...