The client

MARK tenía once años y había estado fumando de vez en cuando durante dos años, nunca tratando de dejar de fumar pero teniendo cuidado de no engancharse. Prefirió Kools, marca su ex padre, pero su madre fumaba Virginia Slims, a razón de dos paquetes al día, y que pudo en una semana promedio pilfer diez o doce de ella. Ella era una mujer muy ocupada con muchos problemas, tal vez un poco ingenuoscuando se trataba de sus hijos, y ella nunca soñó su hijo mayor sería el fumar a la edad de once años.
De vez en cuando Kevin, los delincuentes dos calles más, vendería Marcar un paquete de Marlboro robados por un dólar. Pero en su mayor parte tenía que depender de los cigarrillos delgados de su madre.
Tenía cuatro de ellos en el bolsillo de esta tarde mientras conducía a su hermano Ricky, de ochoaños, por el camino en el bosque detrás de su parque de casas rodantes. Ricky estaba nervioso por esto, su primer humo. Había captado Marcos ocultar los cigarrillos en una caja de zapatos debajo de su cama ayer y amenazó con contar todo si su hermano mayor no le mostró cómo hacerlo. Se coló por el sendero arbolado, se dirigió a uno de los lugares secretos de Mark, donde había pasado muchas horassolitarias tratando de inhalar y soplar anillos de humo.
La mayoría de los otros niños en el barrio eran en cerveza y marihuana, dos vicios Marcos estaba decidido a evitar. Su ex-padre era un alcohólico que había golpeado tanto a los niños y su madre, y los golpes seguido siempre sus peleas desagradables con cerveza. Mark había visto y sentido los efectos del alcohol. Él también tenía miedo delas drogas.
"¿Te has perdido?", Preguntó Ricky, al igual que un hermano pequeño, al salir de la pista y se abrió paso entre la altura del pecho malezas.
"Cállate", dijo Mark sin disminuir la velocidad. La única vez que su padre había pasado en casa era beber y dormir y abusar de ellos. Se había ido ahora, gracias a Dios. Durante cinco años, Mark había estado a cargo de Ricky. Se sentía como unpadre de once años de edad. Le había enseñado a jugar al fútbol y andar en bicicleta. Le había explicado lo que sabía sobre el sexo. Le había advertido acerca de las drogas, y lo protegió de los matones. Y se sintió muy mal por esta introducción al vicio. Pero fue sólo un cigarrillo. Podría ser mucho peor.
Las malas hierbas se detuvo y se encontraban bajo un gran árbol con una cuerda que cuelga deuna rama gruesa. Una hilera de arbustos cedido a un pequeño claro, y más allá de ella un camino de tierra cubierto desapareció sobre una colina. Una carretera se oía a lo lejos.
Marcos se detuvo y señaló un tronco cerca de la cuerda. "Siéntate ahí", le indicó, y Ricky obedientemente daba a el registro y miró a su alrededor con ansiedad, como si la policía podría estar mirando. Mark le miró como unsargento al recoger un cigarrillo del bolsillo de su camisa. La sostuvo con el pulgar derecho y el dedo índice, y trató de ser casual.
"Ya conoces las reglas", dijo él, mirando a Ricky. Sólo había dos reglas, y que habían discutido una docena de veces durante el día, y Ricky se sentía frustrado por haber sido tratado como un niño. Él puso los ojos en pie y dijo: "Sí, si le digo a alguien, que medio una paliza."
"Eso es correcto".
Ricky cruzó de brazos. "Y puedo fumar un solo un día."
"Eso es correcto. Si te pillo fumando más que eso, entonces estás en problemas. Y si me entero de que está bebiendo cerveza o jugar con las drogas, el entonces "
"Lo sé, lo sé. Vas a pegarme otra vez. "
"Así es."
"¿Cuántos fuma usted al día?"
"Sólo uno," mintió Marcos. Algunos días, sólo uno. Algunosdías, tres o cuatro, dependiendo de suministro. Metió el filtro entre sus labios como un gángster.
"Será un día me maten", se preguntó Ricky.
Marcos quitó el cigarrillo de los labios. "No en el corto plazo. Uno al día es bastante seguro. Más que eso, y usted podría estar en problemas. "
"¿Cuántas mamá fuma al día?"
"Dos packs".
"¿Cuánto es eso?"
"Cuarenta".
"Wow. Entonces es un gran...