The count of monte cristo cap 7
En la puerta se encontró con el comisario de la policía, que lo estaba esperando. La vista de este funcionario recordó Villefort desde el tercer cielo a la tierra; compuso su rostro, como antes hemos descrito, y dijo: "He leído la carta, señor, y le heactuado correctamente en la detención de este hombre;. ahora me informe lo que ha descubierto acerca de él y de la conspiración"
"No sabemos nada aún de la conspiración, monsieur;. Todos los papeles encontrados se han sellado y colocado en su escritorio El prisionero él mismo se llama Edmundo Dantés, compañero a bordo del velero de tres mástiles del Pharaon, el comercio de algodón con Alejandría ySmyrna, y que pertenece a Morrel & Son, de Marsella ".
"Antes de entrar en la marina mercante, tuvo alguna vez sirvió en los marines?"
"Oh, no, señor, él es muy joven."
"¿Cuántos años?"
"Diecinueve o veinte como máximo."
En este momento, y como Villefort había llegado a la esquina de la Rue des Conseils, un hombre, que parecía haber estado esperando por él, se acercó; eraseñor Morrel.
"Ah, señor de Villefort," gritó él, ". Estoy encantado de ver que algunas de sus personas han cometido el error más extraño - que acaban detenidos Edmond Dantes, compañero de mi barco."
"Lo sé, señor," respondió Villefort, "y ahora voy a examinarlo."
"Oh," dijo Morrel, llevado de su amistad, "usted no lo conoce, y yo sí. Él es el más estimable, la criatura más digna deconfianza en el mundo, y me atrevo a decir, no hay una mejor marino en toda la marina mercante. Oh, señor de Villefort, te suplico su indulgencia para él ".
Villefort, como hemos visto, pertenecía al partido aristocrático en Marsella, Morrel al plebeyo; el primero fue un realista, el otro sospechoso de bonapartismo. Villefort miró desdeñosamente a Morrel, y respondió: -
"Usted sabe, señor, queun hombre puede ser estimable y digno de confianza en la vida privada, y la mejor marinero en la marina mercante, y sin embargo ser, políticamente hablando, un gran criminal. ¿No es cierto?"
El magistrado puesto énfasis en estas palabras, como si quisiera aplicarlas al mismo propietario, mientras que sus ojos parecían sumergirse en el corazón de aquel que, intercediendo por otra, tenían a símismo necesita de indulgencia. Morrel se enrojeció, por su propia conciencia no era muy claro en la política; además, ¿qué Dantés le había dicho de su entrevista con el gran mariscal, y lo que el emperador le había dicho, él avergonzado. Él respondió, sin embargo, -
"Te ruego, señor de Villefort, sea, como siempre lo es, amable y equitativa, y le dan de nuevo a nosotros pronto." Esto nos da...
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