tonto

Silencios y viajes
“Viajes, son solo viajes”, nada de especial tienen para él, que de por sí se aburría cada minuto en que miraba la ventanilla del mismo expreso, que tomaba cada día y cada noche, dependiendo, claro, del lugar y el instante en que quisiera alejarse un poco de la realidad que lo frustraba. Sabía, que no tenía nada de especial, que no sabía muchas cosas, que no era un tipointeresante, que su presencia no era magnifica como en los relatos que leía cada vez que los ojos plagaban las páginas en aquella plaza que lo arropaba como a una criatura más del montón, una más de su barrio, de su escuela. Miró a su revés y a la izquierda luego abajo, (porque iba por sobre la avenida) sin tener ni el más mínimo cambio, aunque lloviese como nunca había de llover por donde el creció yempezó a conocer la ciudad de su entorno, sin embargo plasmadas quedaron sus pupilas y erizadas sus pestañas largas, cuando vio acomodarse en el asiento de enfrente a la chica más hermosa que jamás pudo ver desde que llegó al mundo, una noche parecida a esa, solo que con un poco menos de agua cayendo del cielo. La miró por un instante a los ojos diáfanos, puros, elogio de mil palabras que no selas dijo porque nunca antes estuvo en una situación ni siquiera parecida a aquella, pero la miró y miró por los segundos y minutos que parecían hora y semanas, que hacían que el tren demorara años y décadas en llegar a las estaciones siguientes y a las siguientes y ni pensar la angustia que recorría su cuerpo al saber que no sabía donde ella bajaría, que quizás bajaba donde mismo bajaba él, quizásno y asesinaría su estancia en ese paraíso de color verde césped. Quiso en alguna oportunidad de esos instantes infinitos hablarle y decirle lo mismo que le decía su mente, para calmar su ansias, porque bien sabía él que enloquecía por cambiar el mismo viaje crédulo, tan real y superficial a la vez, que no le encontraba sentido ni conmoción hacer lo que hacía a diario en el mismo asiento, en elmismo vagón. Aún así sabía que no era capaz, que su cobardía característica se apoderaba de él, y que por más que se castigaba e insultaba así mismo, no haría nada en absoluto por cambiarlo, pero pensaba: ¿Qué más da hacer algo sin sentido, para que lo demás cobre sentido? -Se imaginaba fuera de sí-, “una locura tras una vida llena de atajos y cotidianidad, no sería tan basura desmesurada después detodo”. Después de todo aquello que pasó por su neuronas alborotadas, se dijo a si mismo que le hablaría si ella bajaba en donde bajaba él, entonces acabaría con la duda de que se siente ser protagonista de una mini-aventura espontanea para contarla a alguien interesado en escuchar, fue entonces donde ocurrió algo tan inesperado, que ni el mejor profeta de todos los tiempos podría descifrar en unatrayectoria de mil vidas y unos días… Con voz anclada, suave pero entendible ella le dice a él: -¿Dónde vas?- lo dijo sin pensar las consecuencias, porque él, que miraba a la ventana hacia los automóviles de abajo, quedó pálido igual que su mente en blanco al escuchar que ella se dirigía a él, pero sin levantar la vista ni quitarla de la calle, le dijo: – a mi casa, que es la próxima estación-,ella sonrió tan armoniosamente que le quitó el aliento al muchacho que aún no quería mirarla, y dijo de nuevo con esa voz cadenciosa, -que coincidencia, también bajo a la próxima-, él miraba aún hacia la calle, (que por cierto, era cerca de su destino),pero al oír ese par de palabras, cambió su perspectiva en ciento ochenta grados y decidió mirarla por segunda vez a los pastizales redondos que lomataba a quema ropa. Ya no era solo el tipo que leía novelas en el parque, ya no era el tipo rutinario que pasaba inadvertido, ya no solo era ese tipo que él creía que era, sino él suertudo que hablaba con la más hermosa del vagón, del barrio y de todo el mundo, y con esto él le dijo calmadamente: - que bien, el regreso no será tan solitario-. Ambos bajaron del expreso y las escaleras, hasta...