un cuento llamado pentágono

Pentágono.
Rayos, truenos y una lluvia furiosa caía sobre el pueblo de Sicán la noche del viernes, mientras los hermanos Aymara corrían desesperadamente en busca de algún lugar para refugiarse de las gordas gotas de agua que caían sobre ellos. Sin darse cuenta, resultaron parados frente a una sombría y fantasmal mansión, la cual tenía un gigantesco cartel con el aviso de NO PASAR. Abelardo,sintió que se le ponía la piel de gallina al recordar que se contaban historias de personas que habían entrado a la mansión Campodónico y no habían salido jamás.
-Debemos entrar – le dijo Micaela a su hermano, quien estaba muerto del miedo.
-¡Estás loca!, no pienso entrar en ese lugar, no al saber lo que se cuenta de esta mansión – dijo Abelardo medio a gritos.
-No nos queda otra cosa, o bienentramos…o vamos a pie al pueblo, nos encontramos con unos militares y nos llenan de plomo la cabeza, ¡tú eliges! – sugirió la joven, observando con aquellos penetrantes ojos verdes a su hermano.
-Maldito toque de queda. – Dijo Abelardo en un susurro imperceptible –Está bien entremos – dijo luego con más fuerza y en un tono de fastidio, ya que sabía que no tenía otra opción.
Micaela abrió lapuerta y ambos entraron al escalofriante vestíbulo, recubierto de polvo y de telarañas. Fueron entrando cada vez más hasta toparse con las escaleras que conducían al segundo piso. Decidieron separarse para buscar algo en que dormir, Abelardo se distrajo observando un viejo álbum de fotos que encontró en una de las habitaciones.
-¡Abelardo ven!–escuchó decir a su hermana menor y fue a buscarla dejandoel álbum tirado en una silla.
-¿Qué pasó? ¿Encontraste algo? – le preguntó al verla de pie frente a un librero grande, viejo y apolillado.
-Sí, ven mira, parece ser un pasadizo secreto – le dijo Micaela a Abelardo señalando a la puerta de detrás del librero.
-En las historias que se cuentan sobre esta casa no mencionan a ningún pasadizo secreto – alegó Abelardo apartando con los dedos elcabello negro que caía hacia sus ojos.
-No creo en esas historias inventadas por gente aburrida que no tiene nada que hacer Abelardo – dijo Micaela, esta vez ya cansada por las cosas en que creía su hermano.
-Me pregunto ¿a dónde llevará esto? – quiso saber Abelardo.
-No lo sé, hay que averiguarlo – contestó su hermana, que ya entrando al pasadizo empezó a correr.
-¡Micaela espera! ¡No sabes adonde conduce esto! – le gritó, pero ya era demasiado tarde - ¡Rayos! – maldijo y fue en busca de su intrépida hermana.
Al terminar de recorrer el oscuro pasaje, Abelardo, palpó una vieja y podrida puerta de madera, y al abrirla por poco y se le cae la mandíbula por lo que vio alrededor suyo. Habían arboles gigantes y muy tupidos, y las hojas de ellos eran tan grandes que con una sola hoja deellas podía cubrir por completo su rostro. Y además, la lluvia había cesado en aquel raro, misterioso y fantástico lugar. No decidió dar marcha atrás, porque sabía que su hermana debía de estar por ahí. Cerró la puerta tras él y se encaminó hacia los adentros de aquel gigantesco bosque.
Después de caminar largas y cansadas horas, Abelardo se sentó en la sombra de un frondoso árbol y se empezó apreguntarse con un poco de miedo: ¿Cómo es que un bosque tan hermoso puede estar dentro de una horripilante casa? ¿Las personas de las historias que se cuentan se habrán perdido en este bosque? ¿Podré encontrar a Micaela? ¿Podremos salir de aquí?
Y luego dijo en voz alta.
-Todo esto parece un sueño.
Acercó sus rodillas a su pecho, se tapó el rostro y de pronto escuchó una voz que le dijo:-Parece un sueño, pero no lo es.
Abelardo levantó la mirada sorprendido para ver quien había dicho aquellas palabras, al no lograr ver a nadie, se puso de pie.
-¡¿Quién anda ahí?! - dijo Abelardo esperando una respuesta de quien quiera que fuese, hubiera hablado.
-¿Qué no me ves? – respondió aquella voz pasiva – si tan solo observaras más las cosas a tu alrededor – dijo otra vez la voz...