un lunes cualquiera

UN LUNES CUALQUIERA
Como cada lunes a las 7:00 a.m. el timbre de nuestra escuela secundaria sonó fuerte e insistente, las reacciones no se hicieron esperar. Mis compañeros manifestaban gestos demolestia, algunos se rezagaban en los salones de clase, con la esperanza de que no los vieran y quedarse ahí sentados, otros caminaban lento, buscando llegar tarde a la formación y en ambos casos, elpropósito era quedarse sin tener que estar parados en una formación aburrida e innecesaria para ellos.
Poco a poco todos los alumnos nos reunimos en la explanada del plantel, el maestro encargadode la guardia nos daba indicaciones por el micrófono, el murmullo era fuerte, evidentemente muy pocos teníamos intención de mostrar respeto a los símbolos que desde niños conocemos, en una ceremoniaque nos a muchos resulta por demás densa y monótona.
Mientras todo esto pasaba, mi memoria se hizo presente. Recordé mi niñez en la escuela preescolar, en ese jardín de infancia donde la situación eradiferente; donde los lunes eran un día especial en los que, con nuestro uniforme blanco, muy bien formaditos y con mucho orden, saludábamos a la Bandera Nacional a su paso frente a nosotros.
Peroentonces era diferente, en esos días en que soñábamos ser grandes, veíamos ondear a nuestra hermosa bandera y todos esperábamos al viernes, para saber quién tendría el honor de portarla en laasamblea, y quienes serían los alumnos distinguidos para escoltarla orgullosamente; eso sí, todos vestidos de blanco, demostrando con ello el respeto a los símbolos que nos da la categoría de “mexicanos”,sintiendo en nuestros pechos, la emoción que la blancura de nuestro uniforme irradiaba.
Cantar las notas del Himno Nacional era toda una experiencia; entonar las estrofas claro y fuerte, con laclaridad que nuestras voces de niño permitían y el volumen más alto posible, dejando nuestras gargantas gastadas, todo con la idea de que nuestra enseña tricolor, que refugiaba a esa águila devorando a la...