Unversidad

CUENTO 4º, DE LA 3º PARTE DEL LOBRO EL DECAMERON

Había un señor llamado puccio de linieri, el era muy espiritual, lr gustaba ir mucho a la iglesia, rezar sus padrenuestros, oír lossermones y nada mas tenia a una criada y a su esposa isabetta. La mujer por la santidad del marido o por la vejez estaba con mucha frecuencia a dieta, mas largas de lo que hubieseimaginado. Para esa época regreso de parís un monje llamado Don Felice, quien era joven y hermoso de aspecto ligo amistad con fray Puccio y cualquier duda que este tuviese, el monje laresolvía. Luego el hermano Puccio se lo llevaba a su casa a cenar, Isabetta por amor a su esposo de buena gracia le hacia honores. Las visitas del monje se siguieron haciendo confrecuencia y viendo a la mujer se percato de cual era su necesidad e hizo un plan para satisfacerla. Viendo que el hermano Puccio quería ser santo le dijo que el sabia la manera de comoserlo sin demorarse tanto, y era de que todas las noches por 40 días en ayuno estuviera en un lugar donde pudiera ver el cielo y ahí se acostara sin moverse en forma de crucifijo y luegode pasadas las horas irse a dormir a la cama sin tocar a su mujer. Así paso mientras don Puccio hacia su penitencia, el monje disfrutaba de Doña Isabetta a gusto.
En el Decamerón loscuras y frailes son todos avaros, charlatanes o imbéciles, y los laicos devotos -Puccio, Ferondo, entre otros, son tratados como tontos y perturbados mentales. Quien debía enseñar lafe es un pecador; quien lo toma en serio es imbécil. Los milagros pueden ser realizados incluso por el cadáver de un delincuente, o imitados por la astucia de un bufón; las plegariasson pasatiempos, y las reliquias, porquerías. Las mujeres con poquísimas excepciones forman un misógino compendio de prostitutas, alcahuetas, adúlteras, estúpidas, crueles o diabólicas.