Vallejo, fernando - El desbarrancadero

Páginas: 207 (51542 palabras) Publicado: 6 de febrero de 2014
Editorial Alfaguara, Octubre 2001
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Fernando Vallejo, escritor, cineasta y biólogo colombiano, nació en Me­
dellín y vive en México, donde ha filmado tres películas y escrito la to­
talidad de sus libros.
Alfaguara ha publicado La Virgen de los sicarios (1994) y la edición en
un solo volumen de las cinco novelas de su ciclo autobiográfico El río
del tiempo: Los días azules, El fuegosecreto, Los caminos de Roma,
Años de indulgencia y Entre fantasmas.
EL DESBARRANCADERO - FERNANDO VALLEJO
Cuando le abrieron la puerta entró sin saludar, subió la escalera, cruzó
la segunda planta, llegó al cuarto del fondo, se desplomó en la cama y
cayó en coma. Así, libre de si mismo, al borde del desbarrancadero de
la muerte por el que no mucho después se habría de despeñar, pasó los
quecreo que fueron sus únicos días en paz desde su lejana infancia.
Era la semana de navidad, la más feliz de los niños de Antioquia. ¡Y qué
hace que éramos niños! Se nos habían ido pasando los días, los años, la
vida, tan atropelladamente como ese río de Medellín que convirtieron
en alcantarilla para que arrastrara, entre remolinos de rabia, en sus
aguas sucias, en vez de las sabaletasresplandecientes de antaño, mier­
da, mierda y más mierda hacía el mar.
Para el año nuevo ya estaba de vuelta a la realidad: a lo ineluctable, a
su enfermedad, al polvoso manicomio de su casa, de mi casa, que se
desmoronaba en ruinas. ¿Pero de mi casa digo? ¡Pendejo! Cuánto hacía
que ya no era mi casa, desde que papi se murió, y por eso el polvo,
porque desde que él faltó ya nadie la barría. La Locahabía perdido con
su muerte más que un marido a su sirvienta, la única que le duró. Me­
dio siglo le duró, lo que se dice rápido.
Ellos eran el espejo del amor, el sol de la felicidad, el matrimonio per­
fecto. Nueve hijos fabricaron en los primeros veinte años mientras les
funcionó la máquina, para la mayor gloría de Dios y de la patria. ¡Cuál
Dios, cuál patria! ¡Pendejos!

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Dios noexiste y si existe es un cerdo y Colombia un matadero. ¡Y yo
que juré no volver! Nunca digas de esta agua no beberé porque al ritmo
a que vamos y con los muchos que somos el día menos pensado esta­
remos bebiendo todos el aguamierda de ese río. Que todo sea para la
mayor gloría del que dije y la que dije. Amén.
Volví cuando me avisaron que Darío, mi hermano, el primero de la infi­
nidad quetuve, se estaba muriendo, no se sabía de qué. De esa enfer­
medad, hombre, de maricas que es la moda, del modelito que hoy se
estila y que los pone a andar por las calles como cadáveres, como fan­
tasmas translúcidos impulsados por la luz que mueve a las mariposas.
¿Y que se llama cómo? Ah, yo no sé. Con esta debilidad que siempre he
tenido yo por las mujeres, de maricas nada sé, como no seaque los
hay de sobra en este mundo incluyendo presidentes y papas. Sin ir más
lejos de este país de sicarios ¿no acabamos pues de tener aquí de Pri­
mer Mandatario a una Primera dama? Y hablaban las malas lenguas
(que de esto saben más que las lenguas de fuego del Espíritu Santo) de
la debilidad apostólica que le acometió al Papa Pablo por los chulos o
marchette de Roma. La misma que meacometió a mí cuando estuve
allá y lo conocí, o mejor dicho lo vi de lejos, un domingo en la mañana
y en la plaza de San Pedro bendiciendo desde su ventana.
¡Cómo olvidarlo! Él arriba bendiciendo y abajo nosotros el rebaño abo­
rregados en la cerrazón de la plaza. En mi opinión, en mi modesta opi­
nión, bendecía demasiado y demasiado inespecíficamente y con dema­
siada soltura, como si tuvierala mano quebrada, suelta, haciendo en el
aire cruces que teníamos que adivinar. Como notario que de tanto fir­
mar daña la firma, de tanto bendecir Su Santidad había dañado su ben­
dición. Bendecía desmañadamente, para aquí, para allá, para el Norte,
para el Sur, para el Oriente, para el Occidente, a quien quiera y a quien
le cayera, a diestra y siniestra, a la diabla. ¡Qué chaparrón de...
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