Viena, bella e inquietante

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Viena, bella e inquietante
junio 7, 2013 admin Magazine

Las andanzas de Marco Fajardo.

De Budapest nos vamos en tren a Viena. Es verano. Somos jóvenes. Nos amamos. No tenemos hijos (aún). Igual peleamos en este viaje, Sandra y yo. Peleas feroces, sangrientas, brutales. Luego nos reconciliamos.

El viaje es rápido,un par de horas. Por algo, Hungría era parte de Austria, en una época. Cuando entramos a Austria me siento a gusto. En Austria hablan alemán y yo hablo alemán porque como hijo de chilenos exiliados en la República Democrática Alemana, el primer estado obrero campesino en suelo germano, fue la primera lengua que hablé. Aunque no me hayan dado la nacionalidad, hablo alemán sin acento. Antes teníaacento sajón (nací en Dresde), un acento no del todo agraciado, debo confesar (en Alemania se burlan del acento sajón), pero ya no tengo acento sajón. Ahora hablo un alemán bastante puro, como de callcenter. A veces, en Sudamérica, le hablo de sopetón a los alemanes, austríacos y suizos que me encuentro en los hostales, en las playas de los hostales o en los bares de los hostales, y ellos sesorprenden de que este latinoamericano salido de la nada, este indio aparecido de quien sabe uno qué piedra, este chascón sudaca, les hable perfectamente en alemán. En fin.

Digo esto porque en este viaje hemos estado en Estocolmo, hemos estado en Praga, hemos estado en Cracovia, hemos estado en Budapest y no hemos entendido un carajo de sueco, de checo, de polaco, de húngaro. He hablado en inglés y enalemán para hacerme entender, y más de alguno le ha hablado a Sandra en español. Pero en Austria, por fin, puedo hablar con la gente y entender los letreros y leer las portadas de los periódicos y los menúes de los restaurantes, en fin, lo necesario para sobrevivir.

No quiero sonar pedante. No soy ni mejor ni peor que otros por hablar alemán, de hecho, es un mero accidente. No tengo la culpade haber nacido en Alemania, así como otros no tienen la culpa de haber nacido en Valparaíso. Nadie tiene la culpa de la familia o del país en que creció. Las culpas vienen después, pero esa es otra historia.

Llegamos a la estación Wien-Westbahnhof un jueves veraniego a las 14.10. Allí nos espera Santiago, colombiano, guapo, amigo de un amigo con el cual nos hemos comunicado por mail. Santiagoes arquitecto, es talentoso, ha venido a estudiar y a trabajar a Europa y se ha quedado gracias a su pura inteligencia (de todo eso nos enteraremos más tarde). Santiago nos ha dicho que estará con una bicicleta negra y, efectivamente, con ella nos recibe. Nos explica cómo llegar a su casa, en la Grünbergstrasse, y allá nos juntamos.

Después de dejar nuestras cosas, salimos a dar una vuelta conSantiago en bici (él nos saca dos de una red pública). Viena es una ciudad pequeña, pero hermosa, o pequeña, pero hermosísima.

Vamos al Naschmarkt, un mercado de las pulgas donde también se puede comer. Vamos al Schloss Schönbrunn, un parque bellísimo con su castillo correspondiente donde Santiago a veces va a trotar, un parque con su colina desde la cual se ve la ciudad. Vamos al castilloBelvedere a admirar la obra de Klimt.

* * *

En el centro, cerca del Museumsquartier, nos vemos con Paola. Paola es chilena y estuvo en el exilio en Dresde, igual que yo. Ahora vive con su esposo en Viena, aunque se está yendo de vuelta a Chile. Paola nos hace un recorrido por el centro de la ciudad. Admiramos el Stephansdom, la catedral vienesa. Caminamos por el Graben, una de las calles para irde compras. Comemos la Sacher-Torte, un queque típico, en el café homónimo, frente a la ópera.

Paola nos dice que los austríacos no le dan confianza. Dicen que en la superficie son todos formales y correctitos, pero que en el fondo albergan monstruos terribles. Por algo aquí vivía Wolfgang Přiklopil, un técnico cualquiera, como esos que uno se topa en la oficina, que un día secuestró a una...