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COMO ARTEFACTO LITERARIO*
Una de las formas en que un campo académico hace ba
lance de sí mismo es considerando su historia. Sin embargo,
es difícil realizar una historia objetiva de una disciplina aca
démica, porque si el historiador mismo es un practicante de
ésta, probablemente sea un devoto de una u otra tendencia,
y, por lo tanto, será parcial; y si noes un practicante, es im
probable que tenga la experiencia para distinguir entre los
acontecimientos significativos y los insignificantes en el
-k Este ensayo es una versión revisada de una conferencia impartida
en el coloquio de literatura comparada de la Universidad de Yale el 24 de
enero de 1974, En la misma he tratado de dar forma a algunos de los te
mas que originalmente discutí en unartículo anterior, «The Structure of
Historical Narrative», CLIO 1, 1972, págs, 5-20. También recurrí a los
materiales de mí libro Metahistory: The Historical Imagination in Ninete
enth-Century Europe} Baltimore, 1973, especialmente la introducción, ti
tulada «The Poetics ofHistory» (trad, cast.: Metahistoria: La imaginación
histórica en la Europa del siglo XIX) México, Fondo de CulturaEconómi
ca, 1992), El presente ensayo se benefició de conversaciones con Michael
Holquist y Geoffrey Hartman, ambos docentes en la Universidad de Ya
le y expertos en teoría de la narrativa, Las citas de Claude Lévi-Strauss
proceden de Savage Mind, Londres, 1966 (trad. cast.: El pensamiento sal
vaje) Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2002) y «Overture to Le Cru
et le cuit», en JacquesEhrmann (comp.), Structuralism, Nueva York,
1966 (trad. cast.: «Obertura», en Lo crudo y lo cocido, México, Fondo
de Cultura Económica, 1987). Los comentarios sobre la naturaleza icóni
ca de la metáfora se basan en Paul Henle, Language, Thought, and Culture,
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EL TEXTO HISTÓRICO COMO ARTEFACTO LITERARIO
EL TEXTO HISTÓRICO COMO ARTEFACTO LITERARIO
desarrollo del campo. Se podríapensar que estas dificultades
no surgen en el campo de la historia misma, pero lo hacen
y no sólo por las razones ya mencionadas. Cuando se trata de
escribir la historia de cierta disciplina académica, o incluso
de una ciencia, se debe estar preparado para hacer preguntas
acerca de ésta, preguntas que no se plantean en la práctica
misma. Se debe intentar alcanzar aquello que está más allá
lospresupuestos que sostienen un tipo dado de investiga
ción y formular las preguntas que pueden ser realizadas en su
práctica, con objeto de determinar por qué este tipo de inda
gación ha sido diseñado para resolver los problemas que pro
piamente trata de resolver. Esto es lo que la metahistoria trata
de hacer. Su objetivo son preguntas tales como: ¿cuál es la es
tructura de una concienciapeculiarmente histórica? ¿Cuál es
el estatus epistemológico de las explicaciones históricas, com
paradas con otros tipos de explicaciones que podrían ofre
cerse para dar cuenta de los materiales con que los historia
dores tratan generalmente? ¿Cuáles son las formas posibles
representación histórica y cuáles son sus bases? ¿Qué autori
dad pueden demandar los relatos históricos, comocontribu
ciones a un conocimiento cierto de la realidad en general y de
las ciencias humanas en particular?
Ahora bien, muchas de estas preguntas han sido tratadas
de manera bastante competente a lo largo de los últimos
veinticinco años por filósofos preocupados por definir
relaciones de la historia con otras disciplinas, especialmente
las ciencias físicas y sociales, y también porhistoriadores
interesados en evaluar los logros de su disciplina a la hora de
trazar un mapa del pasado y determinar la relación de ese
pasado con el presente. Pero hay un problema que ni los
lósofos ni los historiadores han planteado seriamente y
cual los teóricos de la liter¡:ltura han prestado sólo una aten
ción superficiaL El asunto tiene que ver con el estatus de la
narrativa histórica,...
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