y el hombre encontró al perro







“Y EL HOMBRE ENCONTRO AL PERRO”






Autor: Konrad Lorenz.




Traducido por el Club Dobermann de Cuba.

( E. Sierra y R. Lorenzo)











2002
Indice



I- Podía Haber Sido Así ............................................................. 3
II- Las Raíces de la Fidelidad al Amo ......................................... 7
III- LaEducación ......................................................................... 12
IV- Perros y Amos ........................................................................ 17
V- Perros y Niños ........................................................................ 19
VI- Acusación a los Criadores ...................................................... 21
VII- Barrotes................................................................................................ 24
VIII- Conflictos Para un Pequeño Digo ....................................................... 27
IX- Es un Pecado Que no Sepan Hablar, Conociendo la Palabra ............... 29
X- Obligación Moral ................................................................................. 34XI- L Fidelidad y la Muerte ........................................................................ 36





































I. “Podría Haber Sido Así”

Unas pequeñas siluetas desnudas, cazando, caminan por la alta hierba de la estepa. Portan lanzas con puntas de hueso, algunos solo llevan arcos y flechas. Físicamente parecidos, eso sí, alos hombres de nuestros días, pero en su comportamiento tienen algo de animal. Los ojos están inquietos, temerosos, porque se sienten continuamente amenazados por los animales salvajes que habitan en estos parajes. Aún no son hombres libres, no son los señores de la tierra, sino unas criaturas inseguras que en cada rincón temen un peligro.

Aunque son hábiles, tribus más fuertes los hanobligado a abandonar sus territorios de caza y replegarse por la estepa hacia el occidente, a una región ignota donde la caza era más abundante que en la otra zona. Por demás pocas semanas atrás al anciano del grupo, el experto cazador que los guiaba, lo mató un tigre dientes de sable.

Pero el sufrimiento mayor, para la horda, eran los problemas para dormir. En la tierra de donde venían había dormidoreunidos en torno al fuego, rodeados, a una cierta distancia, por aquellos fastidiosos chacales, que hacían por lo menos buena guardia: sus aullidos anunciaban la proximidad del peligro.

Naturalmente aquellos seres primitivos no se daban cuenta de la ventaja que estos animales representaban, y no perdían la oportunidad de lanzarles piedras o flechas al que se arriesgaba a acercase demasiadoal fuego.

Y así la tribu avanza, cansada y silenciosa. Pronto será de noche y no han encontrado un lugar adecuado donde poder encender el fuego y repartir el magro botín de la jornada, un pedazo de chacal sobra de la comida de un tigre.

De pronto, todas las cabezas se vuelven hacia una misma dirección, atentos escuchan, han oído un ruido. Es un chacal que lanza su aullido.Extrañamente impresionada la horda se detiene y escucha ese saludo, recordando los tiempos mejores y menos belicosos. De repente el joven jefe, el de la frente alta, hace algo que los otros no comprenden: toma un pedazo del pobre botín y lo lanza hacia donde se encuentra el animal. Esto molestó a todos, pues no se vivía en la abundancia como para permitirse semejante lujo. Probablemente ni el jefe sabeporque lo ha hecho; es un gesto salido del corazón que hace que los chacales se acerquen a él. Hecho esto continuó depositando, a ratos, pequeños pedazos de carne tras sus pasos. El escaso botín nos hace comprender como el actuar del jefe despierta la hostilidad del grupo.

Por fin se encuentran todos los hombres reunidos alrededor del fuego; saciada el hambre la paz regresa a la tribu. Han hecho...