Beatriz Colomina
Beatriz Colomina
* Publicado por primera vez en el catálogo Rachel Whiteread, Berlín, Bilbao, Museo Guggenheim,
2001.
Agradezco a Jeannie Kim su ayuda en el trabajo de investigación.
Si pudiera hacer un vaciado de sí misma, escribió A. M. Homes de Rachel Whiteread en una ocasión, se vertería yeso o resina líquida por la garganta hasta llenarse por completo las entrañas, esperaría
a que se solidificase y luego se mondaría 82 . “Pero, por supuesto, no lo haría”, dijo Whiteread
cuando nos encontramos en Londres en la primavera de 2001, riéndose como si no obstante le
gustara la idea. De hecho, esto es precisamente lo que ha estado haciendo en su obra: hacer un vaciado de sí misma, de su cuerpo, de sus recuerdos, de sus dolores.
En primer lugar, en una especie de ejercicio de precalentamiento mientras todavía estudiaba en la
Escuela de Arte Slade, literalmente hizo un vaciado de partes de su propio cuerpo. No sólo un brazo
o un pie, sino un codo o los dos fragmentos de una pierna articulados en un ángulo por la rodilla, me dijo mientras para demostrarlo se abrazaba estas partes de su cuerpo con los brazos. Un cuerpo
abstraído, pues, un cuerpo tratado como un mueble, un conjunto de ensambladuras. “Esa clase de
relación directa se detuvo en 1987,” No sorprende que su siguiente movimiento consistiera en
hacer vaciados de muebles. No una mesa, una cama, un fregadero, una bañera o un armario como
tales (lo que Whiteread ha llamado el “mobiliario de nuestras vidas” 83), sino el espacio atrapado por
estos objetos familiares. A diferencia de los vaciados de las partes corporales, muchas de estas
obras son funciones negativas. El espacio no como contenedor, sino como lo contenido, el volumen
sólido del aire definido por estos objetos. Un mapa en tres‐dimensiones de las figuras y de la
disposición de los accesorios de nuestras escenas domésticas o un negativo fotográfico de estos
objetos en tres dimensiones, su impronta en el espacio de la estancia. ¿O se trata más bien de la
impronta del cuerpo en este mobiliario? Es como si Whiteread jugara con la sensación de que los
muebles son ya un vaciado del cuerpo. Está haciendo un vaciado de un vaciado. “La primera mesa que hice en 1989 tenía que ver con el intercambio del espacio personal de uno con el de esa mesa,
la fisicidad de cómo se siente uno cuando tiene una mesa ante sí, o cómo se comportan sus piernas,
etcétera.” 84 Los vaciados mismos se convierten en cuerpos. De su obra de caucho negro, vaciado de
la parte inferior de una cama, dice que tiene “este labio, como un clítoris” 85 (fig. 1). Y las camas
cóncavo‐convexas las describe como “cuerpos en espasmo” 86 . Hacer vaciados de muebles, dice,
“fue, al principio, un impulso autobiográfico, usando algo familiar, tenía que ver con mi infancia” 87 .
Comenzó haciendo un vaciado del espacio en el interior de un armario: no un armario suyo, sino un
armario reminiscente de uno en el que ella de niña solía ocultarse (Closet, 1988). Luego el espacio
debajo de una cama ‐nunca su cama, mucho menos la cama en la que ella nació, como algunos
82
A. M, HOMES, “The Presence of Absence”, en Rachel Whiteread, catálogo de exposición, Londres, Galería Anthony d'Offay, 1998, p. 35.
Rachel Whiteread, citada en C. CARR, “Going Up in Public”, The Village Voice, 23 de junio de 1998. p. 72.
84
85 “Yo intenté hacer el labio de tal modo que no tuviera ningún control sobre ello, así que en el molde inyecté caucho que tenía trozos de yeso, pelo y
otros materiales adheridos a él y que yo no quité de la obra”. Citado en “Rachel Whiteread in Conversation with Iwona Blazwick”, en Rachel
Whiteread, catálogo de exposición, Eindhoven, Stedelijk van Abbemuseum, 1993, p. 8.
86...
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