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Texto publicado originalmente como “Topophilia and Topophobia: The home as an evocative place of contradictory emotions” en Space and Culture (2005) vol 8, nº2 pp 193-213.
Beatriz Muñoz González
Universidad de Extremadura
Desde que los estudios de género se han consolidado como un campo importantedentro de diferentes disciplinas humanas y sociales, se ha destacado, sobre otras, una oposición entre hombres y mujeres: aquella que se refiere a la radical diferencia entre los ámbitos masculino y femenino de trabajo y de vida. La casa frente a la calle, lo privado frente a lo público, lo invisible frente a lo visible, lo doméstico frente a lo aperturista y lo productivo frente a lo reproductivoson algunos de los términos de oposición que se han considerado pertinentes a la hora de analizar las relaciones de género.
Ciertamente, la consideración ideológica de la mujer en la casa ha cambiado de manera pendular. Si la historia tradicionalmente ignoró y negó trascendencia a la mujer y a la casa como entidades en tanto que, se decía, no aportaban nada al conocimiento de la historia; sise transmitía la idea de que esa relación entre casa y mujer era normal, natural, casi consustancial a ella y, por tanto apetecible para la mujer; si la antropología podía asumir en las primeras décadas del s. XX aquella cándida afirmación de Malinowski de que “la antropología es el estudio del hombre que abraza a la mujer”; si la sociología clásica buscó explicaciones sobre los hechos sociales enlas esferas públicas y no en la casa, el surgimiento y trascendente desarrollo de “La Nueva Historia de la Mujer”, de la Antropología y de la Sociología del Género y de la Mujer, han contribuido a modificar radicalmente esta apreciación. Ello, no tanto por el hecho de que se reivindique la casa como locus susceptible de fundamentar la historia o el conocimiento, sino por incorporar, como objeto dereflexión, la idea de que no es el ámbito natural, ni normal ni deseable del trabajo y de la vida femenina y sí el símbolo claro del dominio masculino que al recluir a la mujer la excluye e invisibiliza. Se puede decir, en consecuencia, que en ese movimiento pendular se ha pasado de considerar la casa como su espacio natural a entenderla como lugar sufrimiento y la alineación.
Las ideas ysugerencias de un grupo de mujeres rurales extremeñas invitan a proponer una tercera vía que de algún modo matiza esas posiciones extremas. La casa, como ámbito vital de la mujer “ama de casa” en Zangarillejas[2] es, a la vez, fuente de satisfacciones y de insatisfacciones, de deseos cumplidos y de frustraciones, de dominio y de reclusión, de alegrías y de llantos. Desde luego que se considera unámbito propio y exclusivo de ellas, pero como cualquier otro ámbito de trabajo y de vida agrada y hastía.
Creo conveniente comenzar subrayando el importante papel que juega la percepción de los lugares en la producción de emociones. Estas se suscitan en un contexto relacional, con las personas, pero también con los objetos, y, por lo tanto, la casa, al igual que otros espacios oterritorios, suscita en quienes residen en ella, pero muy especialmente en sus amas, emociones, positivas y negativas, placenteras o no. En este sentido, por un lado se podría hablar de “topofilia”[3] (Tuan, 1990; Johnston et al, 1987) por cuanto se establece una vínculo afectivo positivo entre las personas - en este caso y como ser verá más adelante, las amas de casa de Zangarillejas - y su entornomaterial. La topofilia implicaría un habitar placentero y, contemplada de manera única y exclusiva, una visión quizá demasiado positiva e individualista de la casa que, si bien puede resultar un espacio agradable, también es su contrario. En este caso dejaría de ser retratada como un lugar cálido y confortable – que, en definitiva, es la imagen dominante del hogar en las sociedades modernas – para...
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