Colette Soler. "Lo que no se elige"Bibiana Benítez
¿Qué se elige? La vida, claro. Ya que uno siempre puede suicidarse y optar por la muerte en acto. Es verdad incluso para aquellos que no aman la vida como se dice, que no saben gozar de ella, y que la denuncian.
La elección de la muerte es más compleja, pues el hecho de no elegir el suicido no la excluye por completo. Pero es necesario distinguir allí lo que esgenérico de lo que depende de las opciones subjetivas. Llamo genérico a lo que no debe ser elegido, lo que más bien ya los ha elegido, con la entrada de ustedes en el lenguaje: la muerte actualizada en el símbolo como Lacan se expresaba al comienzo, con todos los efectos a la vez de irrealización y de pérdida vital que hacen a la condición del ser hablante. No es lo que nos interesa aquí.
En materiade elección, el psicoanálisis debe hacer un relevamiento de las formas activas de la intrusión larvada de la muerte en la vida, mucho más frecuente que el cenit del acto suicida: el dolor de existir no es el privilegio exclusivo del melancólico; el mé phunai, ¡no haber nacido!, maldición sobre la vida de algunos sujetos; la destructividad del deseo y de las pulsiones respecto de los equilibriosdel bienestar. Sobre este punto alguien que conocía un poco de esta destructividad, el poeta francés Verlaine, pudo decir: “La vida simple y tranquila es obra de la elección (…)”. Evidentemente él soñaba con lo que él hubiese sido incapaz de soportar. Y también las repeticiones, a menudo actualizadas en la transferencia, y esta fijación a lo más doloroso de las experiencias del sujeto, como si laidentidad de cada uno permaneciera anclada en lo peor, como si las experiencias más desastrosas y a menudo la de los antecesores, los padres, fueran y permanecieran constituyentes del sentimiento de sí. En síntesis, el goce mórbido de la desdicha es para los hablantes una compañía familiar. Paso. La noción de pulsión de muerte bajo la cual Freud ha reagrupado todos los fenómenos heterogéneos esciertamente, como Lacan lo mostró, conceptualmente falaz, pero lo que ella subsume realmente existe. Hay una gran evidencia al menos desde el punto de vista de la experiencia analítica.
En lo concerniente a la elección del sexo, no es lo mismo. No hay evidencias allí sino, al contrario, bastantes paradojas. ¿De donde viene esta noción?
En Freud, hombre o mujer, eso depende estrictamente de laanatomía. Hay un lugar para las alternativas subjetivas pero ellas están en otro nivel, esencialmente el de las respuestas de cada uno a la prueba del complejo de castración –y sabemos que para las mujeres Freud distingue tres–. La alternativa está también en el nivel de la elección de objeto, homo o hetero. En todos los casos, para él, es la anatomía lo que funciona como elemento real del sexo, elembrague de todas las configuraciones sexuales. Ciertamente es más sensato.
En Lacan, la concepción es completamente diferente. Lo indica el término mismo de sexuación, que empleamos ahora corrientemente, y que connota un proceso. Partamos de las fórmulas más sorprendentes. Son tardías, retengo dos: entre el lado mujer y el lado hombre, dice, los sujetos han elegido. Y más tarde, másfuertemente aún: ellos se autorizan en sí mismos, los seres sexuados.
Estas fórmulas suponen una definición de dos sexos que, evidentemente, no pasa por la anatomía. Desconexión total del sexo y de la anatomía. Ahora bien, la anatomía implica mucho más que la forma, pues ella es solidaria del organismo viviente en tanto que sexuado. El antinaturalismo de estas fórmulas es patente, y podría llevarnos,evidentemente, a sospechar un anti-realismo, incluso un anti-biologismo, como si la desnaturalización por el lenguaje fuera tal en el ser hablante, que su pertenencia sexual no debiera nada al cuerpo viviente. Extraño, si uno recuerda que en los años 62-64, entre el seminario La angustia y el texto Posición del inconsciente, Lacan había prestado mucha atención a lo real de la reproducción sexuada...
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