Conclusiones
Laimagen de una interculturalidad construida por intercambios puntuales entre comunidades supuestamente homogéneas y encapsuladas, que eventualmente se odian por ignorancia mutua, es una pamplina. En los hechos hay competencia por cargos y puestos, hay estrategias de grupo para conservar y adquirir bienes, hay socavamiento de viejos prestigios y encumbramiento de líderes de nuevo tipo. En el Perú, unpaís que conservó estructuras sociales parecidas a las coloniales más de un siglo después de su independencia de España, la democratización empezó realmente hacia 1930 con ocupaciones de tierras agrícolas y migraciones del campo a la ciudad, siguió con el ingreso de las masas de desposeídos a la política a través de partidos populares, lo que se expresa bien en el precursor estudio de Matos MarDesborde popular. 67
Este reflujo del dominio colonial tuvo su mayor expresión en la dictadura militar que hizo la Reforma Agraria. El mismo ejército que se había convertido en medio del ascenso social de los desfavorecidos fue luego el principal instrumento de la política popular.68 Más netamente aún encontramos esta forma de democratización en Turquía, cuyo origen como Estado nacional, secular ydemocrático, está en las reformas del general Kemal Ataturk. Nadie que haya estudiado esta historia, ni las otras, todavía más accidentadas, de los numerosos Estados surgidos de la descolonización, negará que el impulso de las transformaciones en estos casos no surgió ni de convicciones liberales, ni de políticas de diálogo entre culturas, sino del deseo de autogobernarse de una clase dirigentelocal que, usando y transformando las instituciones del antiguo régimen, se había hecho a sí misma por medio de la educación y el trabajo.
Semejante realidad social e histórica está en la base de la democracia más grande del mundo, los Estados Unidos. Aunque la Gran Bretaña nunca sometió a los pobladores de las colonias americanas a un fuego civilizador muy fuerte —siempre ha sido un fuego lento elsuyo, incluso en Inglaterra— los colonos del nuevo mundo eran una selección de marginados sociales y sectarios, supuestamente encuadrados por su envío a colonias. Ellos reemplazaron las viejas exigencias de la civilización cristiana europea por un repertorio de autocoacciones. Benjamin Franklin las reunió genialmente en esa especie de catecismo titulado «Consejos para un joven comerciante» queanaliza Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Esta capa subpolítica de la sociedad estadounidense es la propiamente civilizatoria y, como tal, es la que se difunde por el mundo a lo largo del siglo XX. El mal llamado «imperialismo norteamericano» es en verdad la avanzada del alzamiento casi simultáneo de todas las poblaciones coloniales del mundo, que asumen su condiciónde bárbaros y plebeyos para ganar en la prueba de fuerza material y hacer valer su vida subjetiva a pesar de los modelos civilizatorios.
El consumismo avanza en las sociedades pobres del mundo rodeado del encanto de la insolencia, el atrevimiento, el hedonismo, el derecho a la embriaguez y la exhibición del propio cuerpo que antes estuvieron reservados, como privilegios, a las clases altas. Sujugada es que estas libertades que se toma están respaldadas por una nueva ascética que está al servicio de las ventajas particulares, empezando por la paz de la propia conciencia o la salvación de la propia alma, y continuando por la prosperidad del propio grupo.
La influencia de la cultura de los Estados Unidos encuentra terreno propicio allí donde se está reinventando el orden social sobre la...
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