Discurso alexandrino
Umberto Eco
Durante la reinauguración de la Biblioteca de Alejandría, cerrada por el fuego y la desidia de los humanos hace más de dos mil años, Umberto Eco habló sobre los libros y los modos de la memoria. A tono con las babélicas ilusiones del nuevo siglo, pronunció su discurso en inglés.
Tenemos tres tipos de memoria. La primera es orgánica: es la memoria de carne ysangre que administra nuestro cerebro. La segunda es mineral, y la humanidad la conoció bajo dos formas: hace miles de años era la memoria encarnada en las tabletas de arcilla y los obeliscos —algo muy habitual en Egipto— en los que se tallaban toda clase de escritos; sin embargo, este segundo tipo corresponde también a la memoria electrónica de las computadoras de hoy, que está hecha de silicio.Y hemos conocido otro tipo de memoria, la memoria vegetal, representada por los primeros papiros —también muy habituales en Egipto— y, después, por los libros, que se hacen con papel. Permítanme soslayar el hecho de que, en cierto momento, el pergamino de los primeros códices fuera de origen orgánico, y que el primer papel estuviera hecho de tela y no de celulosa. Para simplificar, permítanmedesignar al libro como memoria vegetal.
En el pasado, éste fue un lugar dedicado a la conservación de los libros, como lo será también en el futuro; es y será, pues, un templo de la memoria vegetal. Durante siglos, las bibliotecas fueron la manera más importante de guardar nuestra sabiduría colectiva. Fueron y siguen siendo una especie de cerebro universal donde podemos recuperar lo que hemosolvidado y lo que todavía no conocemos. Si me permiten la metáfora, una biblioteca es la mejor imitación posible de una mente divina, en la que todo el universo se ve y se comprende al mismo tiempo. Una persona capaz de almacenar en su mente la información proporcionada por una gran biblioteca emularía, en cierta forma, a la mente de Dios. Es decir, inventamos bibliotecas porque sabemos que carecemos depoderes divinos, pero hacemos todo lo posible por imitarlos.
Construir, o mejor, reconstruir una de las bibliotecas más grandes del mundo puede sonar como un desafío o una provocación. A menudo, en artículos periodísticos o en artículos académicos, ciertos autores se enfrentan con la nueva era de las computadoras y el internet, y hablan de la posible “muerte de los libros”. Sin embargo, elhecho de que los libros puedan llegar a desaparecer —como los obeliscos o las tablas de arcilla de las civilizaciones antiguas— no sería una buena razón para suprimir las bibliotecas. Por el contrario, deben sobrevivir como museos que conservan los descubrimientos del pasado, de la misma manera que conservamos la piedra Rosetta en un museo porque ya no estamos acostumbrados a tallar nuestrosdocumentos en superficies minerales.
Sin embargo, mis plegarias en favor de las bibliotecas serán un poco más optimistas. Soy de los que todavía creen que el libro impreso tiene futuro, y que cualquier temor respecto de su desaparición es sólo un ejemplo más del terror milenarista que despiertan los finales de las cosas, entre ellas el mundo.
He contestado en muchas entrevistas preguntas del tipo:“¿Los nuevos medios electrónicos volverán obsoletos los libros? ¿Internet atenta contra la literatura? ¿La nueva civilización hipertextual eliminará la noción de autoría?”. Ante semejantes interrogantes, y teniendo en cuenta el tono aprensivo con el que se formulan, cualquiera que tenga una mente normal y bien equilibrada pensará que el entrevistador se apaciguaría si la respuesta fuera: “No, no,tranquilos, todo está bien”. Error. Si les dijéramos que no, que ni los libros ni la literatura ni la figura del escritor van a desaparecer, los entrevistadores entrarían en pánico. Porque si nadie muere, ¿cuál es entonces la noticia? Publicar que murió un Premio Nobel es una flor de noticia; informar que goza de buena salud no le interesa a nadie, salvo, supongo, al propio Premio Nobel.
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