Dossier Mircea Eliade
De Mircea Eliade, El mito del eterno retorno. Ed.
Alianza, Madrid. Pp. 100 – 109.
Entre los navajos, al igual que entre los
polinesios, el mito cosmogónico va seguido del
relato de los mitos de origen que contiene la
historia mítica de todos los “comienzos”: la
creación del hombre, los animales y las plantas,
el origen de las instituciones tradicionales y de
la cultura, etc.De este modo el enfermo recorre
la historia mítica del mundo, de la creación,
hasta el momento en que ha tenido lugar la
revelación del relato que se está llevando a
cabo. Esto es muy importante para la
comprensión de la medicina “primitiva” y
tradicional. Tanto en el Antiguo Oriente como
en todas las tradiciones médicas “populares” de
Europa o de otros países, un remedio sólo es
eficaz si seconoce su origen, y si, por
consiguiente, su aplicación es contemporánea
con el momento mítico de su descubrimiento. Por
eso, en tan grande número de encantamientos,
se recuerda “la historia” de la enfermedad o del
demonio que la provoca, evocando a la par el
momento en que una divinidad o un santo
consiguió dominar el mal. Así, por ejemplo,
una encantación asiria contra el dolor de
muelas, traducidapor Campbell Thomson,
recuerda que “luego que Anu hubo hecho los
cielos, los cielos hicieron la tierra, la tierra hizo
los ríos, los ríos hicieron los canales, los canales
hicieron las lagunas, las lagunas hicieron el
Gusano”. Y el Gusano, “derramando lágrimas”
se presenta ante Shmash y Ea, y les pregunta
qué le van a dar de comer, para “destruir”. Los
dioses le ofrecen frutas, pero el gusano lespide
dientes humanos. “Puesto que así, hablas, ¡oh,
Gusano!, que Ea te despedace con su poderosa
mano”. Aquí asistimos no sólo a una simple
repetición
del
ademán
de
curador
paradigmático (destrucción del gusano por Ea),
que asegura la eficacia del tratamiento, sino
también a la “historia” mítica de la enfermedad,
por cuyo recuerdo el médico proyecta al
paciente in illo tempore.
Los ejemplos quehemos puesto podrían
fácilmente ser multiplicados, pero no nos
proponemos agotar los temas que encontramos
en el presente ensayo; sólo queremos
disponerlos según una perspectiva común: la
necesidad para las sociedades arcaicas de
regenerarse periódicamente por medio de la
anulación del tiempo. Colectivos o individuales,
periódicos o esporádicos, los ritos de
regeneración encierran siempre en suestructura y significación un elemento por
repetición de un acto arquetípico, la mayoría de
las veces el acto cosmogónico. Lo que nos
detiene principalmente en esos sistemas
arcaicos es la abolición del tiempo concreto y,
por tanto, su intención antihistórica. La
negativa a conservar la memoria del pasado,
aun inmediato, nos parece el índice de una
antropología particular. Es, en una palabra, laoposición del hombre arcaico a aceptarse como
ser histórico, a conceder valor a la “memoria” y
por consiguiente a los acontecimientos
inusitados (es decir, sin modelo arquetípico)
que constituyen, de hecho, la duración
concreta. En última instancia, en todos esos
ritos y en todas esas actitudes desciframos
la voluntad de desvalorizar el tiempo. Llevados a
sus límites extremos, todos los ritos y todaslas
actitudes que hemos recordado cabrían en el
enunciado siguiente: si no se le concede
ninguna atención, el tiempo no existe; además,
cuando se hace perceptible (a causa de los
“pecados” del hombre, es decir, debido a que
éste se aleja del arquetipo y cae en la duración,
el tiempo puede ser anulado. En realidad, si se
mira en su verdadera perspectiva, la vida del
hombre arcaico (limitada a larepetición de
actos arquetípicos, es decir, a las categorías y no
a los acontecimientos, al incesante volver a los
mismos mitos primordiales, etc.), aun cuando
se desarrolla en el tiempo, no por eso lleva la
carga de éste, no registra la irreversibilidad; en
otros términos, no tiene en cuenta lo que es
precisamente característico y decisivo en la
conciencia del tiempo. Como el místico, como
el...
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