Dt 0016
Documento de Trabajo 00-16
La crisis de la política en América Latina
Ludolfo Paramio
Unidad de Políticas Comparadas (CSIC)
Introducción
La vinculación causal entre desarrollo económico y democracia, convertida en un
lugar común a partir desde Lipset (1959), hizo que durante la década de los 80, tras
la crisis de la deuda y los ajustes económicosconsiguientes, se extendiera un cierto
pesimismo sobre el futuro de la democracia en América Latina, precisamente en un
momento en el que los regímenes autoritarios de la década anterior estaban dando
paso uno tras otro a una restaurada democracia. Muchos observadores temieron
que la crisis económica y sus regresivas consecuencias sociales harían imposible el
mantenimiento de regímenes democráticos en laregión.
En el período trancurrido desde entonces ese temor se ha disipado en buena
medida. La norma siguen siendo en América Latina los regímenes democráticos,
pese al alto precio social pagado por la crisis y los ajustes y reformas posteriores, y
el propio régimen mexicano, siempre considerado un caso anómalo, afronta las
elecciones presidenciales del año 2000 con serias garantíasinstitucionales de un
proceso competitivo y transparente. No obstante, la discutible reelección del
presidente Fujimori en Perú, y la concentración de poder en la presidencia de
Chávez, en Venezuela, arrojan serias sombras sobre la institucionalidad democrática
en ambos países. Y, por otro lado el intento de golpe —y el desplazamiento del
presidente Mahuad— en Ecuador y el estado de sitio en Bolivia hanmostrado en los
primeros meses de 2000 que las tensiones sociales pueden crear serios problemas
para la gobernación democrática.
De esta forma reaparece la cuestión social como clave del futuro de la democracia:
¿hasta qué punto puede asentarse la democracia en sociedades marcadas por altos
niveles de pobreza y creciente desigualdad? El problema sería saber qué variable
explica la permanencia o lafragilidad de los regímenes democráticos cuando se
parte de situaciones de fuerte desigualdad social o de crisis económica profunda. El
recuerdo próximo de un régimen autoritario o la dramática memoria de un conflicto
civil pueden ayudar a que las instituciones democráticas se mantengan para evitar el
regreso hacia ese pasado indeseable. Pero además cabe imaginar que algunas
características de lasinstituciones democráticas pueden favorecer especialmente su
duración, motivando que los ciudadanos mantengan su confianza en ellas. La
primera de estas características sería, en buena lógica, la capacidad para satisfacer
las demandas de los electores.
Insatisfacción y desconfianza: el problema general
El sentimiento de insatisfacción respecto a los resultados de la democracia es un
fenómeno casiuniversal, si bien en general los ciudadanos afirman preferir la
democracia a cualquier otra forma de gobierno. Los gobernantes, los partidos y los
políticos en su conjunto son valorados negativamente, incluso en casos en que se
les reconoce una gestión eficaz (Maravall, 1995). Lo más llamativo es que algunas de
las razones que explicarían esta insatisfacción no parecen responder a la realidad.Por ejemplo, la idea —muy extendida en los países desarrollados— de que los
partidos no siguen en su política las preferencias expresadas por los electores: por
el contrario, los programas se diseñan casi siempre en estricto seguimiento de tales
preferencias (Biorcio y Mannheimer, 1995; Fuchs y Klingemann, 1995).
Lo que podría explicar el sentimiento opuesto, sin embargo, sería la peculiardistribución de las preferencias de los electores. Se viene sosteniendo que desde
los años 70 han emergido nuevos valores y preferencias (posmaterialistas) distintos
de los expresados por los electores durante el período de posguerra: frente a las
demandas de empleo, mejoras salariales y servicios públicos, los nuevos valores
apuntarían a la calidad de vida, el medio ambiente, la paz y los derechos...
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