El relato de satampra zeiros
Translation of Clark Ashton Smith by Guadalupe Rubio de Urquía
Yo, Satampra Zeiros de Uzuldaroum, escribiré con mi mano izquierda, ya que no me queda otra, cl relato de todo lo ocurrido a Tirouv Ompallios y a mí mismo en el santuario del dios Tsathoggua, lugar abandonado por la devoción humana a los suburbios invadidos por la selva,en las afueras de Commorión, esa capital desierta desde hace años, y que en su día estuviera habitada por los gobernantes de Hyperbórea. Lo escribiré con el jugo violáceo de la palmera suvana, jugo que con los años adquiere un fuerte tono rojizo, sobre una piel resistente confeccionada con cuero de mastodonte, y como aviso para todos los ladrones y aventureros buenos que puedan haber oído acercade una antigua leyenda sobre los tesoros perdidos de Commorión, y por ello sentirse tentados.
Tirouv Ompallios era mi viejo amigo y fiel compañero de todas las empresas que requerían dedos hábiles y un hábito mental ágil y sagaz. Sin caer en la presunción. puedo decir que juntos, Tirouv Ompallios y yo, realizamos con todo éxito más de un proyecto del que se hubieran retirado ante su fracaso másde un colega de mayor renombre. Me refiero en concreto al robo de las joyas de la reina Cunambria, que se conservaban en una habitación custodiada por dos reptiles venenosos; y la ruptura de la caja de adamantina en Acromí, en la que se conservaban todos los medallones de una dinastía anterior de reyes hyperbóreos. Es cierto que fue difícil y peligroso deshacerse de los medallones, que vendimosdespués de enormes sacrificios al capitán de un navío bárbaro procedente de la lejana Lemuria; pero a pesar de todo, conseguir forzar la caja fue de por sí toda una hazaña, ya que tenía que hacerse en un silencio total a causa de la cercanía de una docena de guardias armados con tridentes. Utilizamos un ácido poco conocido y muy poderoso... Pero no debo detenerme demasiado tiempo, por grande que seala tentación de divagar acerca de heroicidades pasadas y gestas audaces o peligrosas.
En nuestro trabajo, como en otros, es preciso considerar con frecuencia las vicisitudes de fortuna, ya que la diosa de la Suerte no siempre se muestra pródiga con los favores que otorga. A esta razón se debe que Tirouv Ompallios y quien esto escribe nos encontrásemos, en el momento de redactar las presenteslíneas, en una condición pecuniaria un tanto negativa, y que si bien temporal, no dejaba de ser extrema y, por lo tanto, inconveniente y molesta al producirse en el crepúsculo de una época próspera y que había producido sabrosos beneficios. De un tiempo a esta parte la gente se había vuelto cada vez más desconfiada en lo tocante a sus joyas y otros objetos de valor, colocando rejas dobles en puertas yventanas, instalando los últimos modelos en cerrajería y contratando vigilantes más alertas o menos dormilones; en pocas palabras, se habían multiplicado todas las dificultades propias de nuestra profesión. Llegó un momento en que nuestro oficio quedó reducido al hurto de mercancía más voluminosa y menos valiosa que la manejada habitualmente. Incluso ahora aún me avergüenzo al recordar la nocheque estuvieron a punto de pillarnos con un saco de boniatos rojos; y si menciono este hecho es para demostrar que no me vanaglorio.
Una tarde, caminando por un callejón de uno de los barrios más humildes de Uzuldaroum, nos paramos para hacer un recuento de nuestros recursos inmediatos, y nos dimos cuenta de que entre los dos sólo poseíamos tres pazoors exactamente; lo suficiente para comprar unabotella grande de vino de granada o dos hogazas de pan. Discutimos durante un rato el problema de nuestra compra.
—El pan —argumentaba Tirouv Ompallios— nutrirá nuestros cuerpos, prestará una fuerza nueva a nuestros miembros agotados y destreza a nuestros dedos destrozados por el trabajo.
—El vino de granada —respondí— ennoblecerá nuestros pensamientos, inspirará e iluminará nuestras mentes, y...
Regístrate para leer el documento completo.