Entrevista a Robert Darton
El libro: Fabulosa máquina
Boris Muñoz entrevista a Robert Darnton
Boris Muñoz
Ahora que se ha vuelto un lugar común profezar la muerte cercana del libro y pontificar sobre los milagros de la era digital, vale la pena escuchar la voz de un bibliófilo experto, con un ojo apuntando hacia la historia y otro hacia el futuro de esta maravillosa máquina.
Robert Darnton es un hombrede contrastes. Cuando se le ve caminar por el campus de Harvard University, casi siempre entre su oficina y alguna de las bibliotecas, parece evidente que es un profesor convencional: un viejo caballero que va siempre de traje y corbata cargando carpetas y archivos. Hay muchos académicos de Harvard que visten así, pero cuando quieren distinguirse aún más usan corbata de lazo, como si toda lamística profesoral y el debido respeto a la Liga de la Hiedra se concentraran en esa prenda. Eso les da autoridad, es cierto, pero también (para ser honestos) un aire monótono con aroma a naftalina. En cambio, el brillante, acucioso y prolífico historiador del libro vive en planos dinámicos y extremos que se retroalimentan alejándolo de lo convencional. Mientras en el pasado busca pistas y amarra cabospara entender cómo se ha desarrollado el libro y la cultura libresca, en el presente tiene que vérselas con el desafío de mantener vivo y en buena forma el gigantesco sistema de bibliotecas de Harvard, compuesto por más de 60 bibliotecas y más de 16 millones de volúmenes que, de acuerdo con la propaganda harvardiana, puestos uno tras otro equivalen a más de treinta kilómetros. Y la distancia creceminuto a minuto. Sin embargo es por el futuro que Darnton muestra una preocupación inusual.
–¡Por fin lo lograste! –exclama cuando sale a mi encuentro en la escalera de la vieja casa donde está la oficina del director de la Biblioteca de Harvard, junto a uno de los arcos del yard que da hacia Massachusetts Avenue. Su expresión es inesperadamente cálida considerando el estándar de NuevaInglaterra.
–Google Maps me hizo perder a propósito para que llegara tarde –respondo sobreponiéndome a diez minutos de retraso.
Era cierto que al buscar la dirección de la oficina, Google Maps me había enviado al extremo opuesto del campus, al lado del gimnasio Hemenway.
–No es ése justamente el lugar más intelectual de esta universidad –añadió con cuidada dicción.
La oficina de Darnton es máspequeña y menos tecno de lo que cabría imaginar. Tampoco está desbordada de libros, como se supone en un caso como el suyo. Pero sí, hay muchos libros. Llaman la atención los volúmenes empastados de mediano formato colocados en la pared del fondo. Se ve que han pasado por muchas manos a través de varios siglos. “Es mi colección de libros franceses del siglo XVIII”, dice alcanzando un tomo. Luego me poneen las manos una octavilla de trescientos años. Temo que se desintegre al tacto, pero el papel es grueso, fibroso, firme. Los libros de la oficina de Darnton no tienen el aire muerto de los libros en una biblioteca. Están a su manera vivos y esa vivacidad se debe a que siguen transmitiendo un significado, pese a su avanzada edad.
Predeciblemente, nuestra conversación girará en torno a los libros,pero no en un sentido tan predecible. Por ejemplo, en apenas dos meses se han vendido dos millones de iPad, artefacto con el que Macintoch espera competir con otros lectores electrónicos como el Kindle de Amazon. En su doble condición de historiador del libro y director de una de las mayores bibliotecas del mundo, no hay nadie mejor calificado que Darnton para hablar de los desafíos que enfrentael libro hoy, cuando ya no debe vérselas solo con la radio y la televisión, sino con aparatos que buscan imponer una nueva forma de leer.
Hace pocos días usted confesó que ya no lee tantos libros como antes porque debe responder toneladas de correo electrónico. En una cultura cada vez más inclinada a lo digital eso no es extraño. Sin embargo, también dijo que para una lectura de placer...
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