Evaluacion de la personalidad
Víctor Muñoz Tamayo Centro Cultural Manuel Rojas Qué hacer con los jóvenes pobres y su violencia parece ser una pregunta en boga. Una pregunta por esos “otros”, violentos, vándalos, criminales desalmados, que amenazan la tranquilidad de un “nosotros”: la sociedad decente.Interrogante que no es completamente nueva, pues de hecho, pregunta similar dio inicio a la cuestión social en Chile y por tanto a las políticas sociales. La diferencia radica en que entonces, a principios del siglo XX, el temor era por la violencia de los pobres en general, sin especificarse en ello un temor por los jóvenes. Este miedo social ante la violencia de los marginales como un todo sin edad,es más antiguo incluso que la cuestión social. Esta última marcó el sentido de responsabilidad del Estado ante esta violencia, responsabilidad ausente durante los siglos XVlll y XlX, cuando las nuevas generaciones de pobres mestizos se enfrentaban a un orden sistémico que abría y cerraba vías de inserción, al ritmo de los ciclos económicos. Si a fines del siglo XVll la producción de trigo abrió latierra a los campesinos pobres mediante el inquilinaje, durante el siglo XVlll tal posibilidad se cerró nuevamente, dándoseles a éstos como única oferta de inserción sistémica, el convertirse en peones estables con un nivel de vida igual o inferior a la de un peón encarcelado. Entonces, el Estado no se consideró responsable de las escasas posibilidades de tales generaciones. Estas, por su parte,no apelaron a este Estado, si no que actuaron por si mismas y recrearon un lugar en los márgenes de la sociedad. Se convirtieron en Peones –Gañanes, es decir, asalariados temporales que recorrían los campos, minas, ciudades, sin establecerse en ningún lugar, sin formar familias y con un escaso respeto por la propiedad de sus patrones, lo que los motivaba a robar, huir con pagos adelantados yasociarse para cometer delitos, muchos de ellos violentos.
Se dio entonces que, si bien los hacendados requerían de peones itinerantes para el trabajo de temporadas, desconfiaban de su autonomía, le temían a su desacato, al bandolerismo que arraigaban en su seno, a aquella cultura popular que escapando a las pautas de conducta y moral dictadas desde el poder social hegemónico, se situaban como unaamenaza a los intereses de tal poder. Viendo en el peón itinerante un potencial bandido, las autoridades de la época se esforzaron por controlar su vagabundaje. Para ello se ordenó que toda persona usara una papeleta de identificación que certificara la ocupación y lugar de trabajo, se controlaron y reprimieron los espacios de reunión de los gañanes así como su comercio informal, y en las minas sevolvió al castigo de azotes para mantener la disciplina. A decir de la historiadora María Angélica Illanes, azote, salario y ley se unieron para disciplinar a esta mano de obra desobediente y obligarla durante el siglo XlX a permanecer en un lugar de trabajo fijo, pues la persecución policial se coordinó con los capitalistas y el poder judicial y legislativo con el objetivo de cambiar la culturadel vagabundaje por una sedentaria acorde con los requerimientos de permanencia y especialización del régimen de producción capitalista. En tal contexto el Estado no sintió responsabilidad alguna ante los marginales, sino que los vio tan solo como amenaza a castigar y normativizar. Tal amenaza violenta y moralmente rechazada, no era amenaza joven, sino simple amenaza. No se hablaba de violenciajuvenil, los partes policiales no mencionaban a los jóvenes violentos, sino simplemente a los bandidos, mal entretenidos, gañanes que aunque fuesen descritos como sujetos de 18, 19 y 20 años, no eran llamados jóvenes. Jóvenes eran los que iban de viaje a Europa antes de casarse, de adquirir una profesión y encargarse de los negocios de la familia, pues el vivir un transito entre la niñez y la...
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