El arquitectó leyó ayer su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando Hablando de plantas griegas, vanguardias y el humo esculpido por Gaudí, Rafael Moneo ingresó ayer en la Academia de Bellas Artes de San Fernando con un discurso sobre arbitrariedad y arquitectura, algo, dice, que no es más que «la clásica reacción a las normas». No es el primero en pisar esa casa («Pasara ser un eslabón más en esta cadena de arquitectos que detentaron la Medalla que va a colgar en mi pecho es algo que me intimida y me enorgullece a un tiempo», dijo ayer, para referirse, entre otros, a César Cort, Fernando García Mercadal y Julio Cano Lasso) y tampoco el que más prisa se ha dado: tenía pendiente la lectura de su discurso desde 1997, fecha en que fue nombrado miembro electo (elpintor Antonio López lleva más de una década sin hacerlo). Precisamente a Cano Lasso, cuya vacante ahora cubre, dedicó sus primeras palabras. Moneo definió su mano como «mesurada y precisa, racional y escueta, respetuosa y limpia, útil y eficiente» y confesó que su obra favorita era la casa de la calle Basílica , donde «logró un felicísimo equilibrio entre la anónima dignidad que siempre reclama laarquitectura de la vivienda colectiva y la seguridad con que se manejan tanto los elementos arquitectónicos como los potentes volúmenes». Fue un discurso plagado de columnas corintias y desplazamientos diagonales, complicado para el neófito, y ambicioso en su repaso a la historia de la arquitectura, desde el templo hexástico de Bassae a los cinco principios de Le Corbusier. Y mientras el resto delos mortales agachan la cabeza ante rascacielos y geometrías elevadas al cubo, Moneo se permite decir que, en su campo, «la historia nos muestra que la búsqueda de un lenguaje universal y eterno es una fantasía que sólo se explica por el afán de los humanos de pensar que su paso por este mundo fue definitivo». Encuentro fortuito. Dice Moneo que fue a finales del siglo XVII cuando el hombre se diocuenta de la arbitrariedad en la arquitectura: es un arte que, «en muchos momentos, se apoya en formas que el arquitecto encuentra de modo fortuito». El racionalismo que prevaleció durante los tres siglo después quiso ahogar esta alternativa, hasta que «en el último cuarto del siglo XX, los arquitectos que hacen uso del concepto de arbitrariedad para fundamentar su trabajo son numerosos» y«parecen decirnos: dadme una forma y construiré una arquitectura». El también arquitecto y académico Fernando de Terán respondió al discurso de Moneo y recomendó: «Acercaos sin prisa a su arquitectura. Ello produce auténtico gozo y admiración». Muchos amigos y académicos quisieron ayer acompañar a Rafael Moneo en la lectura de su discurso, tantos que el salón de actos de la Academia de Bellas Artes, en lamadrileña calla de Alcalá, estaba como pocas veces lo hemos visto: cubiertas las sillas, la gente escuchaba de pie, taponando puertas y pasillos. Muchos incluso seguían la lectura desde fuera. El autor de la ampliación del Prado entró acompañado del también arquitecto José Antonio Corrales y del historiador Antonio Bonet Correa (que propuso su candidatura junto a Luis Cervera Vera y AntonioFernández Alba). En la mesa presidencial, entre otros, escuchaban atentos el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y el presidente de Navarra, Miguel Sanz. Asistieron también Eduardo Arroyo, Luis Feito, Miguel Oriol, Miguel Rodríguez Acosta, Manuel Vicent, Antonio López, Santiago Aroca, el duque de
San Carlos, González de Amezúa, Juan Manuel Bonet, Tomás Marco, Antonio Fernández Alba, GustavoTorner, Alfredo Pérez de Armiñán, José Luis Borau y Francisco Calvo Serraller, entre muchos otros. Jesús Rocamora - Madrid
Moneo: 'Qualsiasi forma può diventare architettura' p> Rafael Moneo, ieri, nel suo discorso di investitura alla Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ha trattato il concetto di arbitrarietà in architettura. Qualsiasi forma può diventare architettura, ha...
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