HIstoria
atontamiento feliz, sensacion densa y palpitante que parecia ablandar sus
miembros y abolirlos,haciendola flotar, hundirse, girar. En el fondo del
torbellino placentero que era ella, la vida, como asomando y desapareciendo en
un espejo que pierde su azogue, se delineaba aratos una carita intrusa, de
angel rubicundo. Su marido le habia levantado el camison y le acariciaba las
nalgas, en un movimiento circular y metodico, mientras le besaba lospechos.
Lo oia murmurar que la queria, susurrar tiernamente que con ella habia
empezado para el la verdadera vida. Dona Lucrecia lo beso en el cuello y
mordisqueo sus tetillashasta oirlo gemir; luego, lamio despacito aquellos nidos
que tanto lo exaltaban y que don Rigoberto habia lavado y perfumado
cuidadosamente para ella antes de acostarse: las axilas.Lo oyo ronronear
como un gato mimoso, retorciendose bajo su cuerpo. Apresuradas, sus manos
separaban las piernas de dona Lucrecia, con una suerte de exasperacion. Laacuclillaron sobre el, la acomodaron, la abrieron. Ella gimio, adolorida y gozosa,
mientras, en un remolino confuso, divisaba una imagen de san Sebastian
flechado, crucificado yempalado. Tenia la sensacion de ser corneada en el
centro del corazon. No se contuvo mas. Con los ojos entrecerrados, las manos
detras de la cabeza, adelantando los pechos, cabalgosobre ese potro de amor
que se mecia con ella, a su compas, rumiando palabras que apenas podia
articular, hasta sentir que fallecia. –.Quien soy? –averiguo, ciega–. .Quien dicesque he sido? –La esposa del rey de Lidia, mi amor –estallo don Rigoberto,
perdido en su sueno.
Candaules, rey de Lidia
Soy Candaules, rey de Lidia, pequeno pais situad
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