Alas 3 p.m. Pinar del Ro, Cuba Viejos tiempos Dos lgrimas corrieron por sus mejillas. Se agach y limpi el polvo acumulado durante casi dos aos sobre aquel pedazo fro de mrmol que serva de nica identificacin. Poda leerse Mara Azucena Infante Travieso (junio 24 de 1987 febrero 29 de 2012) Levant y mir en direccin Norte. Cerr los puos y pidi a Dios perdn para quienes no lo merecan. Se Volvi abajar la vista. Dijo una breve oracin y se limpi las lgrimas, tan amargas como el dolor que le embargaba. Un pequeo de cinco aos lleg corriendo a su lado. -Abuelo, y mam Me dijiste que la veramos. -Aqu est, en su nueva casa dijo el anciano en un susurro. Tom al nio en sus brazos. Volvi a agacharse y coloc la flor que este traa entre sus manitos. -Hija ma, ahora ya no emigramos al Norte. Gracias a lanueva Amrica que construimos para todos no tendremos que dejar nuestra tierra por una ajena, o por quienes nos desdean y persiguen y ultrajan y explotan. Al fin, por Dios, podemos llamarnos americanos, sin temores o malas interpretaciones Ojala estuvieras aqu Baj al pequeo, se puso de pie y lo tom de la mano. Dieron la espalda al sepulcro y partieron, para jams regresar . Comentario si me gustopor que esta un poco triste y se me parece un buen cuento Ana Luca RAMAZZINI fuente HYPERLINK http//servicioskoinonia.org/cuentoscortos/articulo.phpnum030 http//servicioskoinonia.org/cuentoscortos/articulo.phpnum030 Alas 3 p.m. Amatitln, Guatemala Y an respira entre la Patria Grande Era ya entrada la tarde. Ella cay rendida en medio de la milpa Se senta agotada, el aire le faltaba Por eternossegundos percibi cmo la muerte vigilante la rondaba. Se vio recorrida por una temible sombra que la fue cubriendo toda Escuch el ruido ensordecedor del miedo, ese ruido que silencia y paraliza. Pero aun as, tuvo fuerzas para preguntarse cmo, cmo era posible esto La muerte haba llegado a visitarla A ella A ella que se dedicaba a ir tras la vidaApenas termin de hacerse estas preguntas un temblor laestremeci Y al mismo tiempo, le hizo traer a la memoria los recuerdos ms profundos de su historia de lucha y resistencia. Vivencias que volvieron del pasado y que, una vez ms, la conmovieronHuelgas magisteriales exigiendo el derecho a la educacin de sus alumnos y alumnas, manifestaciones de sindicatos por los derechos laborales, mujeres organizadas para ser reconocidas como ciudadanas, campesinadodemandando su derecho a la tierra, juventudes ansiosas de democracia derrocando dictaduras, pueblos indgenas velando por el Buen Vivir Recuerdos de esa Patria Grande convencida de realizar la utopa, creyente de hacer posible aquello que desde la perspectiva dominante se proclama como imposible.No, no poda dejar que la muerte se apoderara de ella Menos, en estos momentos en que la necesitaban paraseguir andando La Patria Grande clama desde sus entraas por ella -hoy ms que nunca- frente a los gobiernos autoritarios, la lgica del mercado voraz, la dictadura meditica, la criminalizacin de las protestas sociales, el grito de la Madre TierraLa noche lleg y la lluvia tambin Eran lgrimas de indignacin. Pareca que la Patria Grande lloraba slo de imaginarse que ella podra morir Por minutos sedesvaneca, pero como siempre, trataba de aferrarse a la vida. Fue una noche larga Demasiado largaAl amanecer, casi desmayada entre el maz, escuch a lo lejos los cantos sonoros de los pjaros y el tmido sol la acarici con su calor, como en un intento de reconfortarla. Ella permaneca inmvil y sin fuerzas Mariposas revoloteaban a su alrededor como queriendo reanimarlaDe pronto, unas voces capturaron suatencin Eran mujeres jvenes, hijas de la montaa, que estaban reunidas en el campo bajo la sombra de un gran rbol, conversando. Estaban tan cerca, realmente tan cerca, que hasta poda entender lo que decan Gilberto HERNNDEZ GARCA fuente HYPERLINK http//servicioskoinonia.org/cuentoscortos/articulo.phpnum030 http//servicioskoinonia.org/cuentoscortos/articulo.phpnum030 Alas 3 p.m. Chiapas, Mxico Mujer,...
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