La Vejez

Páginas: 6 (1295 palabras) Publicado: 21 de abril de 2011
Gregoria, la tortuga. Escritora Argentina de cuentos infantiles. Cuento de tortugas.
Tema del cuento: La vejez
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  En el Jardín de Doña Ana vivían muchos animalitos. Los había grandes y pequeños, fuertes y débiles, mansos y peligros. Gordos y flaquitos y también lisos y arrugados.
  Allí vivía, Gregoria una tortuga que tenía tantos años, como arrugas en su piel.
   Sin embargo, a pesarde ser una tortuga llenita de años y arrugas, Gregoria mantenía las ganas de jugar y divertirse.
  Si bien nunca había sido muy rápida, con el tiempo su andar se había vuelto un poco más lento aún.
  Los animales que vivían con ella, sobre todo los más jóvenes, muchas veces no querían jugar con Gregoria porque se aburrían.
  Solían jugar al fútbol con un bicho bolita que amaba la velocidad y elpeligro, entonces se ofrecía como pelota.
  – ¡Así no vale!- se quejó un día el cachorro de Doña Ana- Uno le tira al bichito y tarda un siglo en pasarlo al compañero. Me da sueño que tarde tanto ¡mejor me voy!.
  Cuando jugaban a las escondidas era todavía peor.
  Gregoria demoraba tanto en buscar a cada amigo que llegaba la noche, sin haber encontrado a nadie.
  Por otro lado, a muchos de losanimalitos no les gustaba ver la piel de la tortuga tan, pero tan llenita de arrugas. Decían que era feo llegar a la edad que tenía Gregoria y que se perdía la belleza cuando uno era mayor.
  Algunos otros se quejaban porque la pobre tortuguita contaba siempre cosas de cuando era más joven y se olvidaba de las que había hecho hace un rato.
  En rigor de verdad, Gregoria era el animal más viejodel jardín y no siempre sabemos comprender a quienes tienen muchos años.
  Gregoria lo sabía, pero no decía nada. Creía que, en cierto modo, era lógico que a los demás no les gustara su lentitud, sus olvidos, sus arrugas y sus demoras. No se enojaba con nadie, pero muy en el fondo de su corazón un poquito le dolía la actitud de sus amigos.
   Cierto día Muchaspatas, el  ciempiés, cayó de unarama y fue a dar justo arriba de un rosal. Las espinas lo lastimaron mucho. Llorando empezó a pedir ayuda. Todos los animalitos corrieron a socorrerlo. También Gregoria, pero claro ella tardó un poquito más.
  Cuando la tortuga llegó al lugar donde había caído el ciempiés lo vio muy lastimado. El cachorrito trataba de curarle las heridas, pero era grande para el tamaño del ciempiés y muy torpeademás.
  Popi, así se llamaba el pequeño perrito, se había puesto muy nervioso. Inquieto como buen cachorro, más que arreglarle algunas de las tantas patitas que tenía Muchaspatas, terminó enredándole unas con otras, lo cual aumentó el dolor.
  – ¡Me estás lastimando peor! – se quejaba el pobrecito- Dejá no me ayudes más mejor.
  – Dejame a mi- intervino Gregoria, quien con su modo pausado pudoordenar las patitas del ciempiés y comenzar a curarlo tan suavemente que no le hizo doler ni un poquito.
  – No es nada – dijo el caracol – ¡Está exagerando, qué ciempiés flojo habías resultado!
  – No señor, esto igual necesita un especialista- Dijo la tortuga muy firme- Hay que llevarlo a lo del Sapo doctor. La gran experiencia de Gregoria le decía que era necesario pedir más ayuda.
  El SapoDoctor era un sapito que vivía también en el jardín, pero al cual no se lo veía mucho, pues le gustaba esconderse en agujeros diferentes. Le decían doctor porque si bien no lo era, se las arreglaba siempre para curar a quien estaba enfermito.
  El problema era que hacía mucho que no lo veían y ya nadie recordaba en qué agujero se habría metido.
  Hicieron memoria, pero había pasado tanto tiempo quenadie pudo recordarlo.
  – ¡Ya se! -Gritó Gregoria eufórica- Está en el agujero al lado de la pileta  Todos quedaron sorprendidos por la memoria de la tortuga, el sapo se había metido allí hacía ya muchísimo tiempo -No recuerdo que comí ayer, agregó Gregoria, pero de esto me acuerdo perfecto.
  Ahora había que llevar a Muchaspatas hasta aquel agujero que quedaba al otro lado del jardín....
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