Licenciada
Si hablamos de «paisaje psicoanalítico» (1), ¿cómo no evocar a Lacan? La comparación [con Laplanche] se impone enseguida, no para medir el «peso» respectivo de Lacan y de Laplanche -lo que sería vano y hasta pueril- sino para señalar de entrada la diferencia esencial entre el uso lacaniano del texto de Freud y el trabajo al que lo somete Laplanche. Sabemos que Lacan,gran lector de Freud, apeló a un «retorno a Freud». Retorno necesario, en efecto, pero que a menudo fue para Lacan un recurso , pues la referencia a Freud le sirvió para hacer pasar por freudianas unas sentencias en realidad bien lacanianas. La posición de Laplanche es muy distinta: su retorno sobre Freud, con las armas del método freudiano, intenta introducir un cuestionamiento fundamental en elseno del propio texto freudiano. En el caso de Laplanche, la referencia a Freud no es una garantía de nada; es sólo lo que nos hace pensar y lo que se somete a trabajo psicoanalítico. A diferencia de Lacan, Laplanche no intenta enrolar al psicoanálisis bajo la bandera de una ciencia piloto, lingüística o matemática, ni tampoco «volcar toda la moneda de Freud en su propia escalera» (2) . Más bienpretende mostrar las múltiples corrientes, en ocasiones divergentes y hasta contradictorias, que atraviesan la obra de Freud, sin obligarse siempre a elegir. Lo que no le impide operar elecciones determinantes en ciertos momentos decisivos, pero reivindicándolas claramente en su propio nombre. Para Laplanche no se trata de establecer el «verdadero» sentido de los escritos de Freud; de lo que setrata es de ser fiel al propio método freudiano, si es necesario contra Freud mismo. Fidelidad al método que, sin embargo, no es un fin en sí mismo: con ese método, indisociablemente ligado a la situación analítica, se trata de poner a trabajar la invención freudiana para seguir respondiendo a la exigencia freudiana, es decir, cercar ese objeto cuya búsqueda puso en movimiento el pensamiento deFreud: el inconsciente en su realismo.
En el transcurso de esta búsqueda, Jean Laplanche nos enseña en primer lugar a leer a Freud y, de ese modo, a pensar el psicoanálisis. El acto principal consiste en redirigir el método analítico hacia la obra freudiana misma para hacerla resonar mejor, para profundizar en sus cuestionamientos e, incluso, para aprender de sus ambigüedades y contradicciones, delas dudas y aporías freudianas. Se trata de una lectura a la vez literal, crítica e interpretativa (3) . Laplanche llama a esto hacer trabajar el texto y los conceptos freudianos, incluso hacerlos chirriar , hacerles aflorar el alma . Y es cierto que el trabajo de Laplanche intenta hacer aflorar el alma del psicoanálisis, pues para él se trata de especificar lo que constituye el movimiento propiodel psicoanálisis por relación a los campos que le son conexos. Pero no hay que entender este «hacer aflorar el alma» en el sentido de una dicotomía alma-cuerpo, que Laplanche rechaza absolutamente mostrando que la línea de demarcación pasa entre lo autoconservativo y lo sexual, ambos formados por componentes somáticos y psíquicos. El alma, el motor del descubrimiento freudiano, es aquello quedeberá despejarse y reafirmarse mediante un trabajo previo de descomposición de la «buena forma» (Gestalt) teórica y de desmantelamiento del discurso manifiesto de Freud y sus sucesores.
Si este «hacer aflorar el alma» suena un poco agresivo o violento es porque, en efecto, hay una cierta violencia en la crítica laplanchiana: contra la satisfacción dogmática que trataría el texto freudiano como untexto sagrado, intocable; o también, contra una vaguedad teórica que no se priva de multiplicar las hipótesis ad hoc sin ninguna consideración en cuanto al lugar que ocupan en el conjunto del edificio teórico. En este sentido, a lo que Laplanche apelará es a una revolución copernicana permanente en psicoanálisis: primero contra la cultura de las «pequeñas diferencias», análoga a la multiplicación...
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