reloj de bolsillo
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Esta situación que en tierra puede resultar sólo curiosa, cuando se navegaba por losinmensos océanos sehabía convertido en un grave problema. Cuando la navegación dejó de ser de costera (cercana a la costa) yse dispuso a cruzar océanos como el Atlántico o el Pacífico, lasorientaciones y ayudas que proporcionaba laastronomía se hicieron insuficientes. Cuando la consulta se le hizo a Galileo, éste recomendó la creación deun reloj exacto para el mar.Los holandeses, que en esa épocatenían enormes intereses comerciales con el extremo oriente, sedispusieron a resolverlo como fuera. Huygens (1629-1695) lo intentó con un reloj de péndulo. Pero es difícilmedir el tiempo con precisióncon un reloj de ese tipo en un barco que se balancea a merced de las olas. Elcálculo de la longitud en alta mar se convirtió así en un problema prácticamente universal. Felipe III deEspaña ofreció,en 1604, un premio de 10.000 ducados a quien lo resolviese; Luis XIV ofreció 100.000florines. Los Estados Generales Holandeses también anunciaron el suyo.En Inglaterra, la necesidad de resolver elproblema la motivó un grave accidente que sufrió su flota. A menosde 65 Km. de la costa, muchos barcos chocaron con las rocas de las islas Scilly por estar totalmentedesorientados respecto de su posición.El parlamento inglés, conmovido por la tragedia, aprobó en 1714 unaley para "proporcionar pública recompensa a aquella persona o personas que descubrieran la longitud en elmar".Era evidente que elpremio no podía ser ganado por el reloj de péndulo. Había que avanzar más. Alguienhabía pensado que si se enrrollaba una delgada pieza de metal como un resorte, al desenrollarse podíaimpulsar lamáquina. Pero el resorte tenía problemas. Mientras un peso que caía ejercía la misma fuerza alprincipio y al final de su caída, en el resorte la fuerza disminuía conforme se desenrollaba. La solución...
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