tareas
Pocos árboles, grandes, quietos. Troncos obscuros como de roca estriada. Antes de sentarse allí, junto al tronco, ya había ido a echar rastrojos de un buey. Llega junto al viejo, y se para, mudo, como pedazo de árbol. ¡Se entienden tan bien los hombres cuanto más poco se hablan¡
Sin embargo, mucho después, el recién llegado dice:
- Anoche oí al tío Jesús
- Si – contestael bulto empotrado junto al tronco.
- Oí que depende afuera le pedía un güey.
- Si – repite la voz reseca del viejo
Tras de una pausa, se oye al muchacho insistir:
-Y se lo emprestó?
- Pos sí, para que a complete su yunta
- Y ‘ hora con qué barbechamos nosotros?
El viejo, en tono más seco aún, responde casi en son de reproche:
-Jesús esta mucho más atrasado que nosotros. No ha preparadotierras. Y yo no iba a negarle mi güey josco. Y en aquellos bosques, el amanecer comienza a cincelar con luz rostros humanos, duros, quietos. Ya más claro el día, salieron los dos de aquel jacal. Ciertamente, no habían almorzado como para hartarse; pero llevaban los estómagos a medio llenar de aquella agua de café endulzada; de maíz cocido, y hebras de carne con chile. Lo suficiente para engañara las tripas. Y hacerlas aguantar (aunque gruñeran) hasta ya caído el sol. ¡Sus tripas! Ellas bien que se daban cuenta del precio del maíz. Bien que se daban cuenta, por la parquedad o la abundancia con que la mujer les echaba tortillas. Pero sus espaldas, un trueno hiso temblar los ámbitos, desdoblándose por el espacio estremecido. Si el cielo fuera de cristal azul, aquel enorme trueno lahabría estrellado. Y habría caído sobre la gente hecho trizas. Los que trabajaban al otro lado, ya no podían vadearla. ¡ Y las tierras del tío Jesús estaban allá!
Pero de pronto, entre basura y palos que flotaban, distinguieron una forma que braceaba débilmente sobre las aguas.
- ¿Sera el tío?
- ¡Jesús! grito el tata desde la orilla.
¡Tito! Aseguro el muchacho
Braceando apenas, para nosumergirse, el tío sucedió entre las aguas la cabeza
¡Eeeh¡ contesto con un grito apagado
El tío Jesús había ido a darle las gracias. Se las debía, por haberle prestado su buey.
Tata José, un poco avergonzad, hubiera preferido no hablar de ello.
Yo pensaba que estarías enojado le dijo sin verla a la cara.
¿Enojado? Pregunto con extrañeza Jesús.
Pues sí, porque yo y mi muchacho nos fuimos aSalvar a mi josco antes que a ti.
¡Pero hombre! Exclamó Jesús. Yo hubiera hecho lo mismo
Como que un cristiano no cuesta lo que un güey ¡Yo hubiera hecho lo mismo!
El tío Jesús, indiferente al cielo, sobre la tierra floja se volvía sociólogo y decía:
-¿Sabes cómo haría yo parque las gentes valiéramos más?
¿Cómo?
Pues si fuera el dueño de México, mandaría que en los abastos se mataran gentes, yque vendieran sus carnes ¡muy caras ¡ como a 5 pesos la libra, hasta que nos gustara comernos.
-¿Y eso para qué?
-preguntó al tata mirándolo fijamente.
-Pos ansina ¿no se te a figura que ya no se desperdiciarían
Gentes? ¿A que en ninguna parte has mirado que se desperdicie un chivo?
-hombre pos no
MARÍA LA VOZ
Dentro por un rincón, la gallina sobre su carnada. Fronteros, doscatres: el del viudo y el de su hija. Sepáralos una mesa de caoba con lámpara de aceite, apagada entonces, frente a un retablo de San Jerónimo, patrón del pueblo.
Otro retablo igual tenia mandado a la parroquia.
Mudo pasó el gato entre los catres y las patas de la mesa. Régulo roncaba. La choza yacía sumida en las tinieblas.-¡Ahí papá! ¡Ahí esta él!...!Ay papá¡.
La hija de Régulo, medio desnudado,saco una pierna a la orilla del catre -¡Ay papá!
Al padre se incorpóro
-¿Qué?
-La… voz.
Mientras Régulo pretendía raspar un fósforo, algo salió del rincón opuesto al de la gallina.. No hagas más escándalo, muchacha, y duérmete. El movimiento de Régulo quedó en suspenso.
Llevándose la lámpara; registró afuera y volvió, flama en mano, azorado y compungido.
-Ma –ría…
-Papá… ¡Él!
-¿Quién?...
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