Tlcan
México, Estados Unidos y Canadá pusieron en marcha hace más de diez años el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Para el gobierno mexicano de ese período, el TLCAN fue el corolario de un cambio radical en la estrategia de desarrollo de la na¬ción. Dicho cambio implicó la intención de poner fin, de una vez por todas, a la estrategia de sustitución de importacionesy a la industrialización dirigida por el Estado Mexicano en los llamados “periodos obscuros de la economía mexicana”, en aras de una estrategia centrada en la liberalización comercial y en la reducción de la intervención estatal en la economía. Dentro de esta nueva estrategia, el TLCAN o NAFTA (sus siglas en inglés) fue visto por el gobierno del país y por algunos expertos como un instrumento paraalcanzar dos metas. La primera, insertar a la economía mexicana en una trayectoria no inflacionaria, con crecimiento fundamen¬tado en las exportaciones de productos no-petroleros, principalmente hacia Estados Unidos. En esta visión, la rápida expansión del sector manufacture¬ro mexicano, que supuestamente ocurriría impulsada por las exportaciones de productos intensivos en mano de obra,conduciría al resto de la economía a una trayectoria de alto y sostenido crecimiento. La segunda meta y el objetivo decisivo de de política era –desde dicho punto de vista– garantizar la continuidad de las reformas macroeconómicas de México. De hecho, según el gobierno de enton¬ces, el TLCAN impondría restricciones internacionales —legales, en particular— que disuadirían o cancelarían toda tentativa degobiernos subsecuentes en México orientada a regresar al proteccionismo comercial y a la fuerte intervención estatal en la economía.
El TLCAN y las reformas macroeconómicas en las cuales éste se inserta, no han sido ni la “panacea” argumentada por sus partidarios ni el desastre previsto por algunos de sus opositores. En cualquier caso, las grandes expectativas a que dio lugar han sido, hasta ahora,satisfechas sólo parcialmente. Por una parte, la economía de México en los pasa¬dos diez años ha estado marcada por déficit presupuestarios pequeños, una baja inflación, una oleada de exportaciones no petroleras, y el aumento de la inversión extranjera directa.
Por otra parte, en términos de desarrollo, su desempeño ha sido decepcionante. De hecho, la formación de capital fijo ha estado estancaday el producto interno bruto (PIB) real ha crecido por debajo de su promedio histórico, claramente insuficiente para generar el número de empleos requeridos. Más aún, las restricciones de la balanza de pagos sobre el crecimiento de largo plazo de la economía mexicana han llegado a ser más rígidas.
Espero que el análisis ayude a entender mejor la evolución de la economía mexicana después delTratado, caracterizada por claroscuros: baja inflación pero déficit presupuestario; y creci-miento de las exportaciones de bienes no petroleros, acompañado de una lenta expansión económica. Cerramos este ensayo presentando algunas implicaciones de política que se centran en la necesidad de consensuar una nueva agenda de desarrollo para que el país finalmente tenga éxito en su búsqueda del crecimientoeconómico sostenido.
Del Modelo de Sustitución de Importaciones al TLCAN
Modelo de Sustitución de Importaciones
Durante la fase de sustitución de importaciones, el sector manufacturero de México recibió el apoyo del gobierno a través de cuatro canales diferentes:
1. El establecimiento de precios artificialmente altos para los productos finales vendidos en el mercado interno, debido a laprotección comercial;
2. Los bajos costos de insumos cla¬ves como la energía y otros bienes subsidiados, y por los incentivos fiscales;
3. El subsidio al crédito proveniente de la banca de desarrollo y de ciertas entidades públicas, pero tam¬bién del sector bancario privado, y
4. Las exenciones fiscales para ciertas importaciones de maquinaria y equipo1 .
La estrategia, en conjunto, tuvo logros...
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