A Cien A Os De La
Annunziata Rossi
Este año, para ser precisos el 28
de julio, se cumplió el primer
centenario de la declaración de
guerra de Austria a Serbia, hecha
esta última responsable del
asesinato del príncipe heredero
del Imperio Austrohúngaro, que
dio lugar a la primera guerra
mundial. De ser una guerra-relámpago, según las intenciones de los imperios centrales, el conflictose prolongó cuatro años, propagándose por toda Europa y determinando, en l917, la intervención de Estados Unidos, decisiva para la derrota de los imperios centrales y la Finis del Imperio Austrohúngaro.
La afirmación de que la Gran guerra, como se le llama todavía a la primera guerra mundial, cayó de manera inesperada en el mundo europeo, se ha vuelto un lugar común. Sin embargo, no es así. Elgolpe de revólver disparado por un estudiante anarconacionalista, que en l914 truncó en Sarajevo la vida del príncipe Francisco Fernando, último de la dinastía Habsburgo, no podía ser una sorpresa, ya que en 1908 la anexión autoritaria de Bosnia y Herzegovina por parte de Austria había intensificado la rebelión del movimiento nacionalista de los países balcánicos. Es cierto también que los deceniosanteriores a la primera guerra no fueron los del “mundo seguro” presentado por Benedetto Croce o Stefan Zweig. Al contrario, en el panorama de finales del siglo XIX, en el que se conoció el triunfo del imperialismo, Europa vivió años de convulsión y de conflictos entre sus naciones, sobre todo entre Alemania, que practicaba libremente el dumping, y el Reino Unido, rivales por la hegemoníaeconómica y política dentro del continente y la conquista de los mercados mundiales.
No obstante, durante los cuarenta años que antecedieron a la guerra, Europa había gozado de una larga paz interna, iniciada exactamente a partir de la guerra franco-prusiana de 1870-1871, que terminó con la derrota de Francia y su pérdida de Alsacia y Lorena. En todos esos decenios el equilibrio político europeo se mantuvosiempre en la cuerda floja, entre alianzas, pactos, rivalidades y discordias; era un equilibrio amenazado, además, por el pangermanismo de Guillermo II y la creciente militarización de Prusia, así como por el movimiento anarquista que se ensañaba dondequiera en el continente, con sus atentados que dejaron víctimas entre gobernantes y políticos (para dar ejemplos, el asesinato del presidentefrancés Sadi Carnot en 1894, y del socialista Jean Jaurès en 1914). Hay que añadir las huelgas, las revueltas y las consiguientes masacres cometidas por los gobiernos, sin olvidar el exterminio entre 1893 y 1896 de trecientos mil armenios perpetrado por Turquía, seguido, en 1915, por otro de más de setecientos mil, el primer genocidio del siglo XX. Por último, y no menos importante, a caballo entre losdos siglos, el affaire Dreyfus –proceso y condena del inocente judío Dreyfus– que dividió en dos a Francia, entre dreyfusardos y antidreyfusardos, y encendió el nacionalismo ya latente.
Mientras tanto, continuaba sin solución el problema social que impulsó las emigraciones en masa –un verdadero éxodo– de las clases desheredadas hacia América. Que la situación de esos decenios fuera peligrosa lopresintió la narrativa de aquel tiempo, en la que profundiza Philippe Chardin en su libro Le roman de la conscience malheureuse. Estas narraciones no se limitan a ser un “espejo del tiempo”, muchas de ellas van más allá: son anticipaciones e incluso una prefiguración de la tragedia que vivirá Europa en la primera mitad del siglo XX. Ejemplo: La montaña mágica, escrita entre 1912 y 1924, de la que suautor Thomas Mann afirma que “probablemente los hombres del futuro vislumbrarán en ella un documento de la psicología moderna y de los problemas espirituales del siglo XX”. Lo mismo afirmará Ernst Cassirer en su Antropología filosófica: la literatura es la mejor revelación de la vida interior de la humanidad, y las obras literarias los mejores documentos para conocer al hombre.
Estos decenios...
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