Étienne de La Boétie "Discurso sobre la servidumbre voluntaria”

ETIENNE DE LA BOÉTIE

De momento, quisiera entender cómo pueden tantos hombres, pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un solo tirano, que no dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño alguno de no ser que se prefiera sufrir a contradecirlo. Es realmente sorprendentever cómo millones y millones de hombres son miserablemente sometidos y sojuzgados a un deplorable yugo, no porque se vean obligados por una fuerza mayor, sino por el contrario, porque están fascinados y, por así decirlo, embrujados por el nombre de uno, al que no deberían ni temer ni apreciar. Grande es la debilidad de los hombres, divididos y humillados, no siempre pueden ser los más fuertes.Nuestra naturaleza es tal que los deberes cotidianos de la amistad absorben una buena parte de nuestras vidas. Es natural amar la virtud.
Si los habitantes de un país encontraran entre ellos a uno de esos pocos hombres capaces de darles reiteradas pruebas de su predisposición a inspirarles seguridad, gran prudencia en guiarlos; si se acostumbraran a obedecerle y a confiar tanto en él como paraconcederle tanta supremacía, creo que sería preferible devolverle al lugar donde hacía el bien que colocarlo allí donde es muy probable que haga el mal. Empero, es al parecer muy normal y razonable mostrarse buenos con aquel que tanto bien nos ha hecho y no temer que el mal nos venga precisamente de él.
¿Cómo se llega a ser no gobernado, sino tiranizado únicamente por uno solo, un hombrecillo que lamayoría de las veces es el más cobarde y afeminado de la nación?
Si dos, tres, y hasta cuatro hombres ceden a uno, podríamos decir que les falta valor. Pero si miles de hombres se dejan someter a uno solo ¿seguiremos diciendo que se trata de valor; lo llamaríamos cobardía?
Si un país no consintiera dejarse caer en la servidumbre, el tirano se desmoronaría por sí solo, sin que haya que lucharcontra él, ni defenderse de él. La cuestión no reside en quitarle nada, sino tan sólo en no darle nada. Son los propios pueblos los que se hacen encadenar, ya que con sólo dejar de servir, romperían sus cadenas. Es el pueblo el que se somete y se degüella a sí mismo; el que, teniendo la posibilidad de elegir entre ser siervo o libre, rechaza la libertad y elige el yugo; el que consienta su mal lopersigue.
Para obtener la libertad, no hay más que desearla, basta con quererla.
Los tiranos, cuanto más saquean, mas exigen, cuanto más arruinan y destruyen, más se les alimenta y más se les ceba; se consolidan aún más y se hacen más fuertes con el fin de aniquilar y arrasarlo todo. Pero, si no les diéramos nada, si no les obedeceríamos, aun sin luchar contra ellos ni atacarles, se quedaríanvencidos.
Para obtener el bien que desea, el hombre emprendedor no teme el peligro, ni el trabajador sus penas. La energía de ambicionar ese bien les es arrebatada por su propia cobardía; no les queda más que soñar con poseerlo.
Hay una cosa que los hombres, no se sabe porque, no tienen siquiera la fuerza de desear: la libertad, ese bien tan grande y placentero cuya carencia causa todos los males;sin la libertad todos los demás bienes corrompidos por la práctica cotidiana de la servidumbre pierden por completo su gusto. Los hombres lo desdeñan, al parecer, la libertad, porque de lo contrario, si la desearan realmente, la tendrían.
No cabe duda que si viviéramos en posesión de los derechos que la naturaleza nos ofrece y según los preceptos que nos enseña, estaríamos probable y naturalmentesometidos a nuestros padres y al uso de nuestra razón, pero jamás seríamos siervos de nadie. Si hay algo claro y evidente para todos, algo que nadie podría negar, es que la naturaleza nos ha conformado a todos por igual y nos ha sacado de un mismo molde para que nos reconozcamos como compañeros, mejor dicho como hermanos. ¿Se podría pensar que al habernos hechos a todos del mismo molde, la...