ACTO III ESCENA I

ACTO III ESCENA I
Entran el rey, la reina, Polonio, Ofelia, Rosencrantz y Guildenstern
REY
¿Y no podéis con ninguna treta sonsacarle por qué muestra ese extravío que aturde y discordia su ánimo con una locura tan turbulenta, tan peligrosa?
ROSENCRANTZ
El mismo dice que se siente turbado, pero no quiere hablar de cuál sea la causa.
GUILDENSTERN
Tampoco le encontramos dispuesto a que se leinquiera, pues se escabulle con demencias sutiles cuando le apremiamos a que confiese sobre su verdadero estado.
REINA
¿Os recibió bien?
ROSENCRANTZ
Con absoluta cortesía.
GUILDENSTERN
Pero forzando mucho su natural inclinación.
ROSENCRANTZ
Y muy parco al preguntar y pronto a responder
a todas nuestras preguntas.
REINA
¿Le tentasteis con propuestas de diversión?
ROSENCRANTZ
Se da lacircunstancia, señora, que en el camino topamos con unos cómicos. Le hablamos de ellos. Y pareció, al oírnos, sentir un gran gozo. Se han quedado aquí en la corte y creo que ya tienen instrucciones para actuar esta noche ante él.
POLONIO
Cierto, y me ha pedido que invite a Vuestras Majestades a escuchar y presenciar la función.
REY
Será un gran placer. Mucho me alegra oír que se encuentra tandispuesto. Seguid dándole estímulos, caballeros. Haced que se incline a esta clase de diversiones.
ROSENCRANTZ
Así lo haremos, mi señor. Salen Rosencrantz y Guildenstern
REY
Retiraos vos también mi dulce Gertrud, pues hemos llamado, en secreto, a Hamlet para que, como si fuera casualidad, se encuentre con Ofelia.
Su padre y yo -legítimos espías- nos apostaremos, viendo sin ser vistos, paraasí juzgar el encuentro con toda libertad y deducir, según su conducta, si son sus males de amor o no los que le causan este sufrimiento.
REINA
Lo haré obediente. En cuanto a vos, Ofelia, espero y deseo Que los males de Hamlet tengan su origen en tus dulces encantos. Ojalá tus virtudes le devuelvan su acostumbrado ánimo, para bien de su honor, y del vuestro.
OFELIA
¡Así sea! Sale la reinaPOLONIO
Pasead por aquí, Ofelia... Majestad, vos y yo, Nos esconderemos aquí... Lee de este libro. Mostrar tal devoción hará que tu soledad parezca creíble. Oh cuán a menudo merecemos reprobación, pues es evidente que un rostro devoto y una actitud piadosa pueden llegar a hacer dulce al mismísimo diablo.
REY (Aparte)
Cierto. Tales palabras son azote doloroso para mi conciencia. El rostro de una coimaembellecido con afeites no es más repugnante que mis hechos que he sabido maquillar con mis palabras. ¡Oh carga abrumadora!
POLONIO
¡Ya viene! Escondámonos, majestad. Salen el rey y Polonio
Entra Hamlet
HAMLET
Ser o no ser... He ahí el dilema. ¿Qué es mejor para el alma, sufrir insultos de Fortuna, golpes, dardos, o levantarse en armas contra el océano del mal, y oponerse a él y que asícesen? Morir, dormir...
Nada más; y decir así que con un sueño damos fin a las llagas del corazón y a todos los males, herencia de la carne, y decir: ven, consumación, yo te deseo. Morir, dormir, dormir... ¡Soñar acaso! ¡Qué difícil! Pues en el sueño de la muerte ¿qué sueños sobrevendrán cuando despojados de ataduras mortales encontremos la paz? He ahí la razón por la que tan longeva llega a ser ladesgracia. ¿Pues quién podrá soportar los azotes y las burlas del mundo, 70 la injusticia del tirano, la afrenta del soberbio, la angustia del amor despreciado, la espera del juicio, la arrogancia del poderoso, y la humillación que la virtud recibe de quien es indigno, cuando uno mismo tiene a su alcance el descanso en el filo desnudo del puñal? ¿Quién puede soportar tanto? ¿Gemir tanto? ¿Llevarde la vida una carga tan pesada? Nadie, si no fuera por ese algo tras la muerte -ese país por descubrir, de cuyos confines ningún viajero retorna- que confunde la voluntad 80 haciéndonos pacientes ante el infortunio antes que volar hacia un mal desconocido. La conciencia, así, hace a todos cobardes y, así, el natural color de la resolución se desvanece en tenues sombras del pensamiento; y así...