Amor

Caminar es creer.
No se cómo inicio esto de partir a Santiago de Compostela. Tal vez los testimonios de tantos que por allí han pasado me motivó en parte. Sin embargo muchas resistencias encontré en mí. ¿Partir sólo? ¿Caminar para qué? Visitar la tumba del Apóstol Santiago, ¿Qué sentido tiene? Muchas dudas surgieron. En muchos momentos me dije, el camino no es para ti. Es increíblecuántas veces creemos que nos somos capaces de algo, sin embargo, sentía un llamado muy fuerte a hacer el camino de Santiago.
Durante algunos meses pensaba en el camino. No lograba muchas veces conciliar el sueño. Hasta el día que me dije: “Tengo que ir”. El llamado era muy poderoso y no podía quedarme quieto.
El camino de Santiago es una de las peregrinaciones más antiguas del cristianismo, juntocon Jerusalén y Roma. Cuando era seminarista había tenido la oportunidad de visitar Roma y cuando fui ordenado diácono, la diócesis de Troyes me envió en peregrinación a Jerusalén. Así que como sacerdote, Santiago de Compostela pintaba muy bien como peregrinación. Pero esta vez partiría solo y eso me causaba mucho miedo. Sin embargo, tomé la decisión de partir el 3 de septiembre de 2012. Esedía inicié mi camino. Mi morral pesaba 8 kilos, tenía lo indispensable para el camino. Durante dos meses me había entrenado lo suficiente para caminar entre 25 y 32 kms diarios.
Antes de partir, participé en una ordenación diaconal. Quien era ordenado diácono, había hecho el camino de Santiago hacía siete años. Al terminar su peregrinación, tomó la decisión de dejar una carrera brillantecomo ingeniero de informática, para ingresar en el seminario. Al inicio de la ordenación, quien lo presentó ante la asamblea dijo estas palabras: “En el camino de Santiago no solamente fuiste tú quien hizo el camino, fue Dios quien lo hizo a través de ti”. No puedo negar que estas palabras me tocaron profundamente. Entendí que Dios quería hacer su camino a través de mí.
Para iniciar elcamino llegué con muchos miedos. Estaba solo y eso me asustaba. Justo cuando salía de una estación de metro, alguien me dijo: “Allez-y” (Adelante), indicándome que podía seguir, pero esas palabras me motivaron, porque en el fondo me decían: “Adelante, camina, no te hagas tantas preguntas”. Allí comprendí lo que más tarde me dijo un peregrino: “Para encender un bosque sólo basta una chispa”.Inicié mi camino a las 6h10 de la mañana del 4 de septiembre desde Astorga, un pueblo ubicado a 260 kms de Santiago, en la provincia de Castilla y León. Al partir, todo estaba muy oscuro. Cuando miré en mi morral, tenía todo lo que necesitaba, excepto una cosa: una linterna. Pero aquel día estaba la luna llena. Ahí recordé lo que me dijo un sacerdote el año pasado cuando iba en bicicleta a la JMJ:“En la oscuridad, María es como la luna, ella es el reflejo del amor de Dios”… Ahí entendí que María sería mi compañía, pues ella fue peregrina. De Nazareth fue a Belén, de Belén a Egipto y de Egipto a Belén…. Gracias a luz de la luna, durante varios días pude partir a hacer el camino muy temprano.
Al terminar mi primera jornada, celebré la Eucaristía en un monasterio ubicado en un pequeñopueblito llamado “Rabanal del Camino”. Allí al final, un monje me dio un regalo muy particular: Una cruz para llevarla al cuello. Nunca me ha gustado portar una cruz, a pesar de ser sacerdote, pero esta vez me dije, la voy a llevar.
Lo paradójico de este regalo fue el día que llegué a la catedral de Santiago. Era el día de la cruz gloriosa de Jesús, el 14 de septiembre y al otro día, el 15 deseptiembre era la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores. María me acompañó realmente en este camino a llevar mi cruz.
Según una antigua tradición, los peregrinos deben portar una piedra desde su lugar de origen para llevarla a una cruz llamada “Cruz del Ferro”. Esta piedra representa todos los esfuerzos para llegar hasta allí, pero también todos los pesos de la existencia. Así que llevé...