Angel Y Medio

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Ángel y medio

Por Alejandro Cubero

Sinopsis.
Don Mario Pernas lleva cuarenta años ejerciendo un poder omnímodo en un pequeño pueblo de Galicia. Su compinche y “constructor de cabecera”, Benito Coles, fallece súbitamente, llevándose a la tumba el secreto de dónde guardaba la fortuna que amasaron durante sus años desaqueo.
Ángel Senillosa, un tímido personajillo que resulta no ser de este mundo, será el único vínculo entre el alcalde y el difunto, al que velan en una noche de tormenta. Don Mario se hará con los servicios del intermediario para recuperar su fortuna pero el finado, lejos de estar callado, desvela un sorprendente pasado que complica la vida del alcalde hasta extremos insospechados.

ElÁngel Caído. © Todos los derechos reservados. 2012.



Salón velatorio. De fondo, ruido de truenos y lluvia que cae copiosamente. En medio del escenario, un ataúd con un candelabro encendido en cada esquina. Una corona de rosas con la leyenda, “Tu familia, amigos y acreedores no te olvidan”. Hay una foto grande del difunto en un caballete, rodeado de guirnaldas.

MARIO Pernas, 45, está sentadojunto al ataúd. Saca un pañuelo y se seca .las lágrimas.
MARIO. ¡Hay Dios! Menuda… Hoy aquí y mañana allá. Pero, pero… si ayer mismo estábamos hablando de todas las cosas que teníamos que hacer. Cuántos proyectos amigo. Cuántas cosas que nos vamos a perder. Treinta años trabajando en el Ayuntamiento, codo con codo. Yo como alcalde y tú, querido Benito, como mi constructor de cabecera. ¿Cuántasrotondas habremos hecho, cien, doscientas?, ¿Cuántos parques, cuántas fuentes? Y ahora te me vas. Así, sin avisar. ¿Qué voy a hacer sin ti?

Entra BERTA, la mujer del alcalde. Se quita el gorro de agua y la gabardina y la cuelga. Escurre el paraguas y lo deja en el paragüero. Se para junto al féretro y lo mira con gesto de asco.

BERTA. La misma cara de idiota que tenía en vida.
MARIO. Está aúncaliente. Un poco de respeto.
BERTA. Respeto, ¿por este? Y ahora, ¿qué vas a hacer?
MARIO. La vida sigue. Tendré que seguir.
BERTA. No. No qué vas a hacer con tu vida. ¿Qué vas a hacer con el negocio?
MARIO. La vida sigue.
BERTA. Sigue, sí, y este imbécil se ha ido con todo.
MARIO. Pobrecito, para lo que le va a servir allá.
BERTA. Precisamente por eso. Como a él no le iba a servir, por lomenos que te hubiera dicho donde guardaba el dinero.
MARIO. Está aún caliente. Un poco de respeto.
BERTA. Ya me dirás. Y ahora, ¿qué va a ser de nosotros?
MARIO. Benito, Benito querido. (Sollozando)

BERTA recoge sus cosas y sale. MARIO se levanta y se acerca al ataúd.

MARIO. La verdad, Berta tiene razón. No toda, como siempre, pero algo sí. Podías haberme dicho donde guardabas las cosas.Porque ahora, ¿qué hago yo?

Se abre la puerta y se escucha la lluvia caer pesada. Entra un hombre vestido de blanco de la cabeza a los pies. Tiene gesto apocado, de poquita cosa y el rostro llamativamente pálido. Dobla su gabardina blanca minuciosamente, la cuelga sobre la silla y se sienta en una esquina. Abre un portafolio y ordena varios bolígrafos de colores, cuidadosamente. Comienza asacar papeles y a escribir formularios. Se levanta, se coloca junto al ataúd y toma algunas notas mirando al cadáver. Se vuelve a sentar en la misma esquina. MARIO lo mira curioso.

ÁNGEL. ¿Ehhh? (Se levanta. Ha oído una voz que sale del ataúd y se pone junto a él, mirando al cadáver) Ah, sí, claro. (Se gira para marcharse, pero se vuelve y mira de nuevo al ataúd). Ya, ya, lo anoto. (Vuelve asentarse en su sitio)
MARIO se incorpora y se dirige al ataúd. Mira al cadáver, extrañado, y mira al tipo que sigue escribiendo, frenético, en una esquina. Pasan unos segundos en que mira al ataúd y al tipo, desconcertado.
MARIO. Oiga, disculpe.
ÁNGEL. ¿Sí?
MARIO. (Dudando) Usted no será del Circo del Sol… ¿o sí?
ÁNGEL le mira, indiferente y sigue escribiendo.
MARIO. MARIO, MARIO Pernas....